Canto a una campesina

Mujer Kaqchikel de San Juan Sacatepéquez
Pablo Sigüenza Ramírez
Campesina dame tus manos de fuego y tierra
deja que las cubra de caricias
que las bese tan lento como la luna lo permita.
Ve mis ojos y en su intenso brillo
encuentra historias de otros ríos
de otros peces y cangrejos
de raíces milenarias envolviendo sueños,
relatos de otras tierras verdes
ensombrecidas como la tuya.
Escucha en mis lágrimas alegres
historias de mujeres con manos negras
como las tuyas
como las mías
manos que pelean y empujan
para que se levante el sol cada mañana
que susurran de madrugada
para que las semillas germinen
y nos den su esencia.
Toma campesina el canto de otros pueblos
el maíz cocido en tierras lejanas
molido en piedra y amasado con las manos
ofrenda de otras vidas para tu vida misma.
Juntemos las corrientes de agua
bajo la montaña,
allí en lo secreto
compartamos la sangre
el espíritu
la carne
tejamos una red que detenga
cualquier proyecto de muerte
y que el rocío nos traiga
el agua de vida, la vida sencilla
trescientas flores
al pie de la gran ceiba.
Publicado el 5 enero, 2016 en Guatemala y etiquetado en Kaqchikel, Mujer Campesina, Pablo Siguenza, Poesía, San Juan Sacatepequez. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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