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Memoria histórica: «por un 1ro. de mayo combativo», marcha de 1980

Por Nelton Rivera.

La fotografía de Mauro Calanchina y los años 80s.

Para el mes de mayo de 1980, la represión del Estado guatemalteco se incrementó potencialmente, la masacre y quema de la Embajada de España en enero de 1980 es un parte aguas de cómo la ciudad y el campo fueron arrasados por el ejército guatemalteco meses después. Es en ese mismo contexto que el Comité de Unidad Campesina -CUC- aparece públicamente en la marcha del 1ro. De mayo de 1980, tres meses después de la represión sufrida desde la base de las comunidades y en la embajada de España en la ciudad…

«1ro. de mayo día de los trabajadores y campesinos»

El CUC acompañó por primera vez en 1980 una de las movilizaciónes multitudinarias dirigidas por el Comité Nacional de Unidad Sindical (CNUS), los estudiantes universitarios seguían jugando un papel importande desde la Asociación de Estudiantes Universitarios AEU,  exigiendo el respeto de los derechos humanos, la defensa de la autonomía universitaria y por el cese de la represión, todo esto a 2 años del asesinato de Oliverio Castañeda De León, los asesinatos y la desaparición forzada sufrida por la comunidad universitaria también aumentó, especialmente contra el secretariado general de la AEU.

Para Leonel Luna asesor laboral de la CNT: «El Comité de Dirección del CNUS fue integrado por representantes de todas las organizaciones miembros, abiertamente, sin que se llegara a crear alguna estructura organizativa, lo cual, en cierto modo, le daba mucha agilidad al organismo, pues todo se discutía en el Comité de Dirección o bien en asambleas generales sindicales a las que llegaban libremente las organizaciones integradas al CNUS que quisieran.»

El Movimiento Nacional de Pobladores MONAP formó parte de la movilización de la clase trabajadora, una de las reivindicaciones en la marcha de 1980 fue la construcción de un «gobierno revolucionario, popular y democrático». En la movilización estuvieron presentes los sindicatos del magisterio nacional, el sindicato de trabajadores de la USAC (STUSC), los trabajadores de las panificadores, entre estos el sindicato de la panificadora Europa STPE), el sindicato de trabajadores de la KERNS, entre otros.

En el contexto de la lucha popular en el país finalizó la década de los años 70 con fuertes movimientos: «mientras los trabajadores de Coca Cola estaban atrincherados en las entradas de la empresa desde el 25 de marzo, el resto de organizaciones sindicales, federaciones, centrales, sindicatos independientes y demás, desarrollaban acciones para solidarizarse con los obreros en paro en aquella empresa. De esa forma, fue convocada una reunión el 31 de marzo, a la cual se le dio el carácter de una asamblea nacional de organizaciones sindicales.

Las organizaciones que firmaban la convocatoria eran la Federación de Trabajadores Unidos de la Industria Azucarera (FETULIA), la Federación de Central de Trabajadores de Guatemala (FECETRAG), la Federación Autónoma Sindical de Guatemala (FASGUA), la Federación Sindical de Empleado s Bancarios (FESEB), la Central Nacional de trabajadores CNT), el Sindicato Central de Trabajadores Municipales (SCTM) y el Comité de Solidaridad con los Trabajadores de Coca Cola.»

«Esos días del primer semestre de 1976 estuvieron marcados por numerosos conflictos laborales, pero de ellos dos adquirieron cierta relevancia, como  fueron el de los trabajadores azucareros, especialmente del Ingenio Pantaleón y el de los obreros de IODESA.  En el primer caso, los trabajadores del ingenio declararon la huelga el 18 de mayo» [1] 

En medio de toda esa agitación, movilización y lucha en los barrios, fabricas, aulas, calles y avenidas de las ciudades en Guatemala, estuvo presente el lente de Mauro Calanchina documentando y captando esos segundos de luz, su fotografia.

[1] El Comité Nacional de Unidad Sindical. ¿Por qué ellos y ellas? En memoria de los mártires, desaparecidos y sobrevivientes del movimiento sindical de Guatemala. La ODHAG. Miguel Angel Albizures y Edgar Ruano Najarro.  http://www.odhag.org.gt/pdf/Movimiento%20sindical%20Guatemala.pdf

Mauro Calanchina: un suizo que por conciencia y compromiso social y político es prácticamente y de corazón “guatemalteco”.

Llegó al país a principios de los años 70 y ha pesar de su “exilio” en México a partir del año 86, ha permanecido presente en las luchas de Guatemala, desde entonces. En el año 98 vuelve a Guatemala, con más fuerza y empeño a documentar los diferentes procesos sociales y políticos que acontecen en el país.

Desde su llegada, empezó a construir una memoria de Guatemala que conformó con las imágenes fotográficas (blanco y negro) de los acontecimientos de los cuales ha sido testigo a lo largo de casi 40 años.

Su testimonio gráfico es la colección más rica de imágenes del movimiento social guatemalteco de los años 70 y principios de los 80, 90 y posteriores a la firma de la paz. Fue testigo visual y gráfico de las marchas masivas del movimiento estudiantil por el rescate con vida de los estudiantes Robin García y Leonel Caballeros. También de la marcha de los Mineros de Ixtahuacán quienes recorrieron a pie el país en noviembre de 1977, en demanda de mejores condiciones laborales y fueron recibidos en la ciudad capital por cerca de doscientas mil personas que caminaron junto a ellos.

Fotografió la multitudinaria marcha que acompañó el sepelio de Oliverio Castañeda de León, Secretario General de la AEU, asesinado el 20 de octubre de 1978. Acompaño por igual, con su lente infaltable, las marchas por la exigencia de la liberación de Antonio Ciani García, secretario de organización de AEU secuestrado el 6 de noviembre de 1978.

Fue testigo también de las marchas por el día de los trabajadores o el 20 de octubre de cada año que permaneció en Guatemala. También da testimonio gráfico de las marchas de protesta por el alza en el costo de la vida o por demanda de respeto al derecho a la vida de detenidos desaparecidos.

Murió en Suiza el 26 de septiembre del 2008.

La marcha del 1ro. de mayo de 1980…

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Día de la revolución: B’alon Evub’, Yichk’ox, konob’ Q’anjob’al

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Por Eduardo Pablo.

Festival 20 de octubre Día de Revolución.

Hoy, al atardecer, jóvenes (mujeres y hombres) inician una marcha a partir de la aldea San Lucas K’isil de San Juan Ixcoy portando antorchas y banderas para participar en el Festival 20 de Octubre Día de la Revolución. Son recibidos con aplausos, cohetillos y bombas de parte de habitantes de la aldea Tajal, puesto que año con año se realiza ésta actividad.

A la vez, se hizo memoria de acto revolucionario de los abuelos y abuelas Q’anjob’ales de Yichk’ox, San Juan Ixcoy del Territorio Q’anjob’al, en el año 1898, en la que la población se organiza para eleminar físicamente a los encomenderos y colones que tenían en aquel entonces sometido a la población a la servidumbre y sufrimiento, ya que éstos obligaban a la población a proveerles alimentos, a la servidumbre en el hogar, al transporte de éstos sobre sus espaldas a largas distancias, y las mujeres tenían que objetos de placeres. Así, han sucedido varios actos revolucionarios promovidos y ejercidos por la población de estos territorios y también de otros.

Se tiene preparado diversas actividades artísticas y formativas en el marco del tema de Revolución ya que es visible la energía con que cuentan las y los jóvenes, diferentes formas de cómo expresan su compromiso para cambios profundos para la construcción de una sociedad en la que no haya desigualdades, pobreza, guerras ni racismo.

Se expuso que la revolución es el cambio hacia una mejor condición de vida y que en la vida histórica de los pueblos ha habido revoluciones, aparece así en el Popol Vuh, en la biblia y otros documentos. La revolución del 44 significó para la población del municipio cierto grado de mejora, disminuyó un poco el grado de explotación.

Se ha acostumbrado elegir a la Señorita Revolución, quienes disertan un tema sobre la revolución y con un jurado son electas, dentro de sus mensajes resaltan que los cambios provienen desde la población, desde las familias y que no son discursos, que son acciones.

Las niñas, niños, señores, señoras, abuelos y abuelas se reunieron, rieron, reflexionaron y compartieron juntos con una refacción la conmemoración del día de la revolución.

El continúo despojo del territorio

Con la llegada de los liberales al poder en 1871 y la reforma del Estado guatemalteco ahora en manos del general Justo Rufino Barrios termino con el poder comunal de la tierra en manos de los pueblos indígenas.

Con la creación del Reglamento de Jornaleros en 1877 y un año después la Ley contra la Vagancia el Estado guatemalteco busco garantizarse a través de legalizar la apropiación de la mano de obra indígena por un lado y por el otro el poder económico al militarizar los territorios logro mermar y controlar cualquier levantamiento o insurrección que intentara mantener la propiedad de la tierra.

Frente al nuevo despojo impulsado por el liberalismo a través de la expansión del monocultivo de café y la ambición de los ladinos por apropiarse de las tierras de los pueblos indígenas llegaría la respuesta armada de los pueblos indígenas: “De esa época datan numerosos levantamientos indígenas contra jefes políticos, habilitadores y finqueros. Entre estas revueltas destacan la guerra de guerrillas de los indígenas de Momostenango, el intento de levantamiento de los quichés en 1877 y la rebelión de San Juan Ixcoy en 1898, sofocadas por las milicias ladinas que se apropiaron de sus tierras.”[1]

Levantamiento del 17 de julio de 1898

Para la década del año de 1890 en pleno auge de las reformas liberales y la expansión del monocultivo del café los intereses de los grupos ladinos en el norte de Huehuetenango fijaron su mirada en el territorio de San Juan Ixcoy, los milicianos de Chiantla municipio vecino a San Juan Ixcoy inmediatamente reclamaron como propio una amplia extensión de tierra de San Juan Ixcoy con el argumento de que estas eran tierras baldías. Al mismo tiempo los ladinos de Nebaj Quiche también hicieron propio el reclamo de las tierras de San Juan Ixcoy.

“Estimulados por la seriedad de este nuevo reclamo, los principales de San Juan rápidamente presentaron un reclamo formal de 250 caballerías…”[2]

“La situación exploto la noche del 17 de julio de 1898. Ignorando el rompimiento en el proceso de titulación, los agentes de “Buenos Aires” aun presionaban para obtener trabajadores. Pero los sanjuaneros vincularon las dos actividades y rehusaron asistir. En la noche del diecisiete, vecinos de varios caseríos colindantes se reunieron en el pueblo. Su intención no era clara, aunque por lo menos un testigo reporto que se vistieron de blanco para distinguirse más claramente de sus víctimas. Los indígenas se congregaron frente al ayuntamiento donde dormían los habilitadores, y prendieron fuego al edificio. Cuando intentaron huir los agentes laborales fueron asesinados…”[3]

[1] TOMO III EL ENTORNO HISTÓRICO. CAPÍTULO PRIMERO ANTECEDENTES. ODHAG. http://www.odhag.org.gt/html/TOMO3C1.HTM

[2] Revista Historia. Universidad de Costa Rica. David McCrrery. Tierra, mano de obra y violencia en el altiplano guatemalteco: San Juan Ixcoy. http://revistahistoria.historia.ucr.ac.cr/Numeros%20Anteriores/19/Mc%20Creery%20David.%20Tierra,%20Mano%20de%20obra%20y%20violencia%20en%20el%20Alti.pd

[3] Ibidem.

Guatemala: ¿Dónde está el legado de la Revolución Nacional de 1944?

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Foto ceur.usac.edu.gt

Por Ollantay Itzamná

Hace 70 años atrás, Guatemala iniciaba su precaria década de primavera revolucionaria que la obtusa élite político-militar-económica-religiosa, y la avaricia norteamericana, no la dejaron florecer por completo. Militares, profesores y estudiantes, indignados con la dictadura militar persistente, impulsaron un intento revolucionario para emancipar a Guatemala de la dominación de los intereses norteamericanos. Entonces, era 20 de octubre de 1944.

El inmoral acaparamiento de las tierras, la servidumbre legalmente establecida que padecían indígenas y campesinos, y la sistemática violación de los derechos individuales, motivó al estallido de aquella histórica Revolución.

A 70 años de aquella apoteósica apuesta truncada, Guatemala vive en un hastío y en un sinsentido existencial generalizado. El casi bicentenario Estado aparente, lejos de fortalecerse y afianzarse en el su territorio, se diluyó y diluye casi por completo, evidenciando las estructuras de la putrefacta corrupción que la carcome cual si fuera una lepra crónica. En Guatemala, por donde se pone el dedo salta la secreción de la corrupción.

La Revolución Nacional intentó redistribuir el uso de la tierra en el país, garantizando como único propietario al Estado (para evitar la compraventa, seguido de acumulación). El Gobierno de los EEUU. promovió la contra revolución y logró que se reestableciera la inmoral tenencia de la tierra. Ahora, los monocultivos acaparan más del 60% de las tierras de cultivo en un país donde la desnutrición y el hambre adquieren carta de ciudadanía y carcomen a casi el 60% de niños menores de cinco años. Ejércitos de campesinos e indígenas sin tierra, empujados por el hambre, marchan hacia los monocultivos para padecer la esclavitud en esas prisiones verdes. Mientras tanto, gobernantes e importadores de alimentos se hacen millonarios en uno de los países más hambrientos de la región.

La Revolución Nacional intentó profundizar y democratizar la democracia formal en Guatemala. Pero, los politiqueros de derecha y de izquierda que sobrevinieron, agrupados en sus empresas electorales, usurpan la soberanía y secuestran la voluntad y la representatividad política del pueblo. Estos sinvergüenzas de saco y corbata, tramitadores de los contratos de concesiones para las multinacionales, ahondan la ruptura entre el aparente Estado y la sociedad fragmentada, al grado que el incipiente proyecto de unidad de la nación mestiza de Guatemala también se difumina acelerando las aspiraciones de autonomías indígenas.

Guatemala, con sus más de 53 mil millones de dólares de Producto Bruto Interno (PIB), tiene la economía más grande de toda Centro América y de muchos del Caribe y de algunos de América del Sur. Pero también es el país más racista y desigual del Continente. Ni siquiera en Haití existe la inmensa brecha entre ricos y empobrecidos como en este país centroamericano. Casi el 100% de la economía está en manos del sector privado. El empobrecimiento, en el área rural, alcanza casi al 80% de la población. El Estado neoliberal prácticamente se convirtió en gendarmería que garantiza la acumulación del capital por desposesión. ¡Ay de los pueblos indígenas o empobrecidos que se organicen y se atrevan a defender sus derechos! El Estado y las empresas los declaran enemigos internos y los aniquilan selectivamente.

Las élites político-económico-militar, luego del triunfo de la contra revolución, utilizaron la violencia oficial como el único método para mantenerse en el poder. Al límite que, luego de los supuestos Acuerdo de Paz (1996), instauraron las condiciones socioculturales para la generalizada germinación de la violencia-inseguridad-incertidumbre para desmovilizar la conciencia y voluntad popular. Ahora, la seguridad cuesta caro en Guatemala, y son ellos quienes lucran con la seguridad privatizada.

Al ser los profesores y estudiantes el núcleo dinámico del proceso revolucionario se creyó que el pensamiento revolucionario sería el mayor legado de aquella revolución inconclusa. Pero, tampoco esto fue posible. La represión y la violencia instaurada en contra del pensamiento divergente, en las décadas post revolucionarias, y durante la guerra interna, prácticamente condenó a profesionales y académicos al solipsismo. Se asumió la autocensura del pensamiento como el modo del quehacer académico para subsistir. A esto se sumó el establecimiento del individualismo como la virtud máxima de la “sociedad” neoliberal.

En estos tiempos, Guatemala padece un déficit crónico de pensadores orgánicos, comprometidos con los movimientos sociales emergentes. La gran mayoría de los académicos son antimovimientos sociales. Académicos de izquierda y de derecha se convirtieron en peones mal pagados de los agentes del sistema neoliberal.

En contraste con este crónico cuadro, emergen desde diferentes puntos geográficos y sectores indígenas del país, movimientos locales de resistencia con agendas propias. Estos guardianes y depositarios excluidos de la dignidad y soberanía del país sienten en carne propia que Guatemala como proyecto de Estado nación es un fracaso. Ellos subsistieron sin Estado por muchos años. Pero, ahora, que el capital herido va por todo y por todas partes, sienten la violencia estatal-empresarial, por eso se resisten, y muchos de ellos plantean la reconstitución de los territorios indígena autónomos. Otros, con una perspectiva más global, plantean la necesidad de una Asamblea Constituyente Popular para refundar Guatemala. Pero, a esta propuesta incluso la seudo izquierda política de Guatemala le tiene miedo.

“Somos los jóvenes rebeldes”: promesa de una tarea pendiente

Fabian Campos[1] y Quimy De León -Prensa Comunitaria.

Portada de Sucesos en 1966.

Portada de Sucesos en 1966.

Hace ya casi 51 años que se fundaron las Fuerzas Armadas Rebeldes en Guatemala y con ello se inició una historia conflictiva, en más de un sentido. En ella se mezclan filias y fobias, recuerdos y reclamos, silencios y olvidos en los que afirmar cualquier cosa es el inicio de un debate muchas veces ríspido y casi siempre sin que se aclare aquello que motivó el debate. Esa situación no es incomprensible si tomamos en cuenta que, a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre los años de la guerra no es posible decir que se haya escrito aún la Historia. El intento más reciente es el libro editado por FLACSO Guatemala: Historia reciente 1954-1996. Tomo II La dimensión revolucionaria, y a los pocos días de presentado ya era blanco de fuertes críticas por lectores ansiosos de ver confirmada su propia versión.

Un ejemplo de lo que decimos es que aún hoy, no existe un consenso sobre la fecha de fundación de las FAR. Para algunos, como Carlos Figueroa, Guillermo Paz Carcamo y Arturo Taracena del libro ya mencionado, la fecha fue el 18 de diciembre de 1962, mientras otros dan al 7 de febrero de 1963 como día de fundación, por ser la fecha en que se deciden el mando y el lugar de ubicación de tres de los cuatro frentes guerrilleros -a pesar de que siempre se ha dicho que fueron tres. Tampoco existe un consenso sobre aquellos que pueden ser reivindicados como legítimos fundadores. La lista más completa de estos es la que menciona a Yon Sosa, Turcios Lima, Trejo Esquivel y Loarca Árgueta por el MR13; Bernardo Alvarado Monzón, Mario Silva Jonama, Carlos René Valle Valle y Joaquín Noval de parte del PGT; y a Roberto Lobo Dubón, Roberto Taracena Samayoa, Horacio Flores, Enrique Paz y Paz y Carlos Estrada por el Movimiento 12 de abril.

Durante Entrenamiento en el manejo de armas entre campesinos de la región.

Durante Entrenamiento en el manejo de armas entre campesinos de la región.

Al presentar esta lista de fundadores estamos dejando fuera a Rolando Morán -quien según estos autores sí estuvo en dicha reunión, pero que no es mencionado en ningún otro texto-, y corrigiendo el nombre del presidente de la AEU, pues para ese libro se llama Mario y no Carlos Estrada, como es en realidad. Y, de la misma manera, nos ponemos en el peligro de ser señalados de falsarios, al no incluir varios nombres de gente que estuvo en dicha reunión pero no en las discusiones -por ejemplo, aquellos que formaron parte del equipo de seguridad de la reunión. Nos hacemos entonces blanco de las críticas que se hacen a las versiones que tienen como centro a los dirigentes y no a las bases, como si la historia la hicieran los grandes hombres y no los pueblos.

Si en un hecho concreto y limitado como éste se pueden ver las disputas existentes -de las cuales no mencionamos todas por supuesto-, podremos imaginar las que se siguen referidas otros momentos claves de lo que se ha llamado la primera etapa de la lucha armada en Guatemala. El rompimiento con el 13 de noviembre, la creación del Centro de Dirección Revolucionaria, la disputa entre las FAR (incluyendo la FGEI y la Resistencia) y el PGT respecto al gobierno de Méndez Montenegro, la muerte o asesinato del Comandante Luis Augusto Turcios Lima, el problema de la sucesión en el mando, las sordas disputas por el control del poder al interior de la organización, los sucesivos intentos de reunificación con el 13 de noviembre y el PGT, la expulsión de los guatemaltecos que se entrenaban en Cuba, la degradación y posterior expulsión de Cesar Montes, el nuevo mando de la guerrilla y las disputas internas que llevaron a la desmovilización de la FGEI, el impacto de la represión desatada por el gobierno guatemalteco tanto en la montaña como la ciudad, y la búsqueda de un nuevo horizonte para las FAR en los años 70…..

El guerrillero Yon Sosa en 1967

El guerrillero Yon Sosa en 1967

¿Por qué es tan complicado escribir una historia sucedida en tan breve periodo -1963-1967? Ya hemos mencionado algunas causas, pero hay otras que son también importantes desde el punto de vista académico. El primero es que esas FAR son una guerrilla prácticamente ágrafa. Son pocos los documentos públicos y aunque su calidad sea muy buena, para iniciar la comprensión nos hacen falta documentos internos que puedan confrontar, validar o desechar las afirmaciones vertidas en ellos. Existió una distancia enorme entre lo que se hizo público y las condiciones reales de discusión y las correlaciones de fuerza. Nos hace falta un texto que presente y confronte esos documentos públicos con, por ejemplo, los documentos internos capturados por las agencias de seguridad e inteligencia del gobierno guatemalteco.

Un segundo elemento es que se toma como verdad grabada en piedra lo que se ha escrito sobre el periodo, sobre todo lo que se escribió en el momento mismo de los sucesos, como “documentos históricos” en un sentido positivista. Poco se ha avanzado en la crítica de esas fuentes, señalando que quien los redactó plasmó en ellos no la realidad sino su realidad, cargada de sus prejuicios y expectativas. Tomar los documentos y escribir la historia de las FAR a partir de los documentos del PGT, para reivindicar al propio partido, o hacerla tomando solo los documentos de la FGEI para denostar a los comunistas guatemaltecos -por poner dos ejemplos- es repetir las disputas ideológicas de ese momento, además de aportar poco a esclarecer el tema.

Publicada en la revista Sucesos con fotos sobre la guerrilla guatemalteca. 1966.

Publicada en la revista Sucesos con fotos sobre la guerrilla guatemalteca. 1966.

Una tercera razón es que son pocos los testimonios publicados al respecto. Pero aún estos pocos testimonios están llenos de recuerdos y olvidos, de cosas que se desestiman porque no las vivió presencialmente el testimoniante o porque niegan o cuestionan el propio recuerdo o la elaboración explicativa que ha hecho el autor o autora para la derrota de ese primer periodo.

A pesar de esas dificultades, creemos que no sólo es necesario reflexionar sobre la primera etapa de la lucha armada en Guatemala, sino que es una obligación para todos hacerlo. Para los viejos militantes de esa década, para aquellos que en los setenta y ochenta se sumaron a la lucha por una Guatemala diferente en alguna de las organizaciones político-militares –muchos de ellos saber o entender los motivos del fraccionamiento del movimiento revolucionario-, para los académicos. Y primordialmente para aquellas generaciones que aunque no vivieron el conflicto, están en buena medida determinados por sus resultados.

Un baño cerca de las armas, Guatemala, 1966.

Un baño cerca de las armas, Guatemala, 1966.

Es por ello que es lectura obligada el libro Somos los jóvenes rebeldes que ahora presenta Pablo Monsanto, comandante de las FAR durante casi 20 años. En su libro, sin duda, deberá de tocar los temas que he mencionado y otros muchos más. Seguramente será criticado duramente por unos y reconocido por otros tantos. Es necesario leerlo desde las inquietudes acá expresadas: se tendrán que buscar los conflictos de la memoria, confirmar datos, cuestionar otros, separar el recuerdo del hecho, el hecho de la valoración a posteriori, criticar –en el sentido académico- sus fuentes; pero siempre aportará a la comprensión de ese periodo de la historia reciente.

Para las jóvenes generaciones será primordial leerlo, pues el libro aporta elementos para entender aquellos momentos y circunstancias vistas desde los ojos de hoy.  Y si, más allá del testimonio y las anécdotas, nos permite entender la complejidad de los procesos económicos, sociales y políticos que generaron las condiciones para que un grupo de personas, con todas sus contradicciones, aciertos y desaciertos se decidieran iniciar la aventura heroica de enfrentar y tratar de cambiar el sistema y la sociedad guatemalteca llena de privilegios para unos y exclusiones para las mayorías.

Foto original de César Montes y la guerrillera Rosa María. Fue publicada “con el comandante Montes sin la guerrillera Rosa María ,Guatemala, 1966.“

Foto original de César Montes y la guerrillera Rosa María. Fue publicada “con el comandante Montes sin la guerrillera Rosa María ,Guatemala, 1966.“

Será un libro necesario en la medida en que aporte a la autocomprensión de la izquierda guatemalteca en los momentos que hoy vive. Será útil si los elementos que presenta contribuyen para que esta izquierda, hoy sin norte y desfondada, tenga la posibilidad de encontrarse con sus raíces y sus logros: en efecto, no se construyó la sociedad socialista que se proclamaba, pero esas luchas transformaron radicalmente al país: ése es un legado innegable de la izquierda.

La expectativa sobre este libro es que nos pueda dar la oportunidad de leer la historia desde uno de sus protagonistas y que pudiera posibilitar una lectura desde una profunda autocrítica de las prácticas pasadas y que, algunas, se siguen manteniendo hasta hoy.

Publicada en la revista Sucesos con fotos sobre la guerrilla guatemalteca. 1966.

Publicada en la revista Sucesos con fotos sobre la guerrilla guatemalteca. 1966.

 

Pablo Monsanto «La intención es dejar constancia»

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En una entrevista que hicimos a Pablo Monsanto en el marco de la presentación de su libro “Somos los jóvenes rebeldes. Guatemala Insurgente» nos cuenta las motivaciones que tuvo para escribir y algunas de los aportes a la comprensión de la memoria y la historia que podemos encontrar en él.

Pablo Monsanto se involucró en la lucha revolucionaria desde los 15 años, fue comandante de la organización revolucionaria Fuerzas Armadas Rebeldes – FAR y fue parte de quienes firmaron los Acuerdos de Paz, después de ésta etapa se ha dedicado a la lucha político electoral en el partido Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca – URNG y Alianza Nueva Nación -ANN.

La memoria frente a nuestros ojos

El libro, es un relato analitico, está escrito en el presente histórico. Está escrito en tercera persona, yo no quise hablar de mi como que era el centro de todo traté de ser lo más objetivo posible ubicando el papel que yo jugué. El libro no tiene sesgo de querer dañar la imagen de alguien en particular, simple y sencillamente relata los hechos y en que contexto se dieron. En el libro encontrarán muchas anéctotas y fotografías.

Quienes han leído el libro, piensan que el libro tiene elementos que pueden ser analizados desde el punto de vista sociológico, tiene caracteristicas muy particulares pues describe el medio geográfico, dará una idea de el marco en el que se desarrolló esa lucha. El libro abarca desde 1963 que fue el momento en el que la guerrilla Edgar Ibarra se instaló en la sierra hasta 1967.

Escribí en base a textos autobiográficos de otros protagonistas del período como Juan Cofiño y “Daniel“ que recientemente murió. Acordamos que yo escribiría un libro en donde relataría lo que había pasado. Entrevisté a varios compañeros como “Emilio»que aun vive, Juan Cofiño y Daniel que murió hace dos años, algunas cosas también las conversé con César Montes. Todo esto para poder refrescar algunos datos y algunos hechos.

Me tomé la tarea de escribir el libro con la experiencia que yo tenía de escribir y con la capacidad de investigar y de análisis que he tenido en toda mi participación revolucionaria. También hice trabajo de hemeroteca tanto en Guatemala como en México, para obtener fotografías entre otras cosas. Hice esfuerzos en tratar de obtener información por otros canales y otros medios, que fue bastante díficil.

Al inicio de escribir el libro, se me puso un poco complicado y lo que hice fue publicar algunas partes como folletos, hay dos partes del libro que así las publiqué, para empezar dar a conocer algunos elementos y vi que este tipo de relato tenía aceptación en general.

Entonces ahí tomé la decisión de dedicarme a escribir el libro. Pero como lo hacía solo, solamente hubo una compañera que me ayudaba a revisar redacción y ortografía, me llevó un tiempo, todo esto fue en el año 2008. A partir de eso empecé a leer todo lo que habia en la hemeroteca, para darle la interpretacion correcta y utilizar los elementos como argumento para poder decir las cosas que se dicen en el libro. En una oportunidad llevaba escrito 90 paginas y el USB se me arruinó, tuve que parar un tiempo, me golpeó mucho y volví a reconstruir todo, ésto fue bastante díficil.

La intención es dejar constancia de lo que fue esa etapa de lucha de la guerrilla en el oriente del pais. Nos hemos dado cuenta que hay otros escritores y que hay opiniones que no reflejan la realidad, creímos que era necesario aclarar algunas cosas.

Además porque la propaganda enemiga ha sido tan fuerte que incluso ha calado en algunos sectores de la izquierda que se lo han creído, esperamos que aporte elementos para entender la historia y que las cosas que se dicen, no necesariamente fueron así. Por ejemplo la idea que crearon de la guerrilla en general, principalmente sobre la del oriente el pais, en concreto la de la Sierra de las Minas.

Ésta guerrilla nunca llego a tener más de cien hombres. La imagen que daba la derecha y el ejército y sus aliados internacionales era que nosotros eramos una fuerza militar muy grande que había que combatir con todo. En el libro relato cómo al principio eramos veintiuno, al año nos quedamos solo siete, de esos siete costó muchísimo crecer para que a los dos años pudiéramos llegar a tener cuarenta hombres dentro de la guerrilla. La actividad que la guerrillia desarrollaba creaba un ambiente y una imagen que no correspondía a la realidad.

Por otro lado, los problemas internos de la guerrilla nunca se dieron a conocer, muchos de esos problemas  se reflejan hasta este momento. Algunos eran por la influencia internacional y por la disputa que hubo siempre dentro del movimiento revolucionario por la conducción, por la dirección y el papel que la guerrilla debía jugar, ésto estaba relacionado con la posición que Cuba jugó en relacion a America Latina, eso esta bien claro en el libro.

Nadie se imagina que la guerrilla al estar tres meses en la montaña ya, una cuarta parte pidió su baja, ya no querían estar en la guerrilla. Esos elementos pueden ayudar a comprender lo que pasó y los grandes errores que se cometieron, éstos fueron principalmente de carácter politico no de carácter militar, aunque lo militar siempre fue muy díficil.

Por último el libro da una serie de conclusiones en el que se establece claramente que la concepción con que se empezó a trajabar la construcción del movimiento guerrillero guatemalteco era equivocada, eso lo demostró la práctica. Tratar de importar una concepión y aplicarla de manera esquemática y mecánica a la realidad guatemalteca tuvo un costo muy alto, para el pueblo de guatemala, para los revolucionarios y que todavia se refleja hoy en el movmiento revolucionario. Lo que pretende el libro es hacer un análisis y llamar la atencion en el sentido de que no se sigan cometiendo los mismos errores que se vienen cometiendo desde 1960 hasta la fecha.


[1] Investigador sobre guerrillas en Centro América y maestro en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Autónoma de México.

* Fotografías: “Rodrigo Moya UNA MIRADA DOCUMENTAL“ Alberto del Castillo Troncoso. Ediciones El Milagro. Instituto de Investigaciones estéticas/Universidad Autónoma de México UNAM. La Jornada. Primera Edición 24 de octubre de 2011.

El constante hilado de la memoria

Por Jonatan Rodas*

“Bien.
Eso hacemos:

custodiamos para ellos el tiempo que nos toca”.

(Para que escribimos. Roque Dalton)

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La exposición Hilando la memoria tuvo sus primeros días en el pequeño estudio de Mauro. No recuerdo exactamente quién tuvo el primer impulso, la primera idea. Algunos nos fuimos sumando al paso y confluimos en su casa para revisar a su lado, el extenso archivo fotográfico de su autoría. Nos fueron planteadas algunas condiciones mínimas: nada de cervezas ni de desvelos forzados. La primera fue cumplida con riguroso celo; la segunda no pudo ser, dado el camino que nos esperaba por recorrer. Tampoco pudimos abstenernos de aprovechar momentos de distensión para sacar a colación alguna broma, un apodo, una anécdota que ponía en ridículo a alguno de nosotros mismos. A Mauro lo recuerdo todo el tiempo atento al monitor, como si al ver de nuevo sus propias fotografías reparara en detalles, presentes u omitidos. Nuestra participación en esos momentos se limitaba a indicar cuales de las imágenes que iba mostrando nos interesaban. ¿Interesarnos para qué? ¿Para la exposición?

Luego de que las imágenes comenzaron a desfilar frente a nuestros ojos (algunas ya conocidas, otras que nos cortaban el aliento a medida que se iban desplegando: mujeres indígenas caminando descalzas en una multitudinaria marcha, estudiantes encumbrando mantas en los edificios públicos, millares de personas acompañando sepelios, murales de la ciudad universitaria, sonrisa de gente, llanto de gente, personajes trasvestidos en época de huelga; los que fueron y serán para siempre: Oliverio, Colom Argueta, Aura Marina Vides, Ciani y muchos otros) podríamos decir que el interés inicial, o mejor dicho razonable, empezaba a desdibujarse. ¿Cómo poder elegir de aquella marejada de recuerdos apenas algunas fotos? Si a cada una de ellas que circulaba en el monitor decíamos sin pensarlo: “esa… y esa, y también esa”. Mauro no reparaba en incluirlas en la carpeta, salvo ciertos momentos en los que sugería desprendernos de alguna dada la duplicidad de escenas. Con el entusiasmo de estar frente a uno de los registros más minuciosos y abundantes de las luchas estudiantiles y sociales en más de tres décadas de historia, la  “pequeña selección” fue creciendo hasta alcanzar un poco más de doscientas imágenes (¡demasiado poco para lo mucho que quisiéramos mostrar!). Pero había que ser mesurado, había que contener el ansía y darle objetividad a la clasificación a fin de que, en términos de la ciencia positiva, mostrara aquello que se debe mostrar.

mauro-MASMauro Calanchina

Pero la fotografía, decía Roland Barthes, es inclasificable. Precisamente porque en su representación muestra algo que no podrá repetirse existencialmente. Pudimos haber recolectado mil fotos de Oliverio y aun así habríamos quedado con la sensación de que faltaba algo. Pero más que eso, que la ausencia; las fotografías de Mauro nos llenaban de presencia. Una presencia incontenible que exigía lugar en este tiempo presente. No podría ser para menos, si lo que estábamos viendo allí no era un catálogo de rostros y títulos, como la historia oficial suele representar a sus héroes. Estas imágenes venían cargadas de sensaciones, de recuerdos, de sentimientos. Algunos de ellos recreados en nuestras cabezas a través de la imaginación del cómo fueron vividos los acontecimientos que allí se retrataban (sonidos de bombas en medio de multitudes corriendo por la sexta avenida, voces encendidas pronunciando discursos a través del sonido chillante de los megáfonos, canciones, otra vez risas, llantos, consignas); otros sentimientos, los más vivos, los que más enchinaban la piel y atestiguaban que la aguja que conducía el hilo con que se tejía la memoria nos estaba atravesando, no fueron producto de nuestra imaginación utópica y soñadora. Llegaron de las anécdotas, de las inquietudes, del traslape de las narrativas “¿fue allí? ¿Estás seguro? ¿Y aquel? Si, ese que aparece al lado ¿Quién era?” y todo lo que pudimos hablar durante los varios encuentros en que muchos nos encontramos para hilar la memoria.

¡Ciertamente! Como íbamos a saber que hilar la memoria estaba siendo ya un hecho, cuando empezamos a enfrentarnos a aquel cúmulo de imágenes y, a partir de él, hablar y hablar repetidamente, sin cansancio, sin tregua, de lo que fue el movimiento estudiantil en aquellos años, de lo que fue para cada uno de nosotros en nuestra época (habíamos allí estudiantes de distintas generaciones y las más variadas trayectorias), de lo que era ahora y de lo que nos gustaría que fuera en un futuro. En el entusiasmo no nos dio tiempo de pensar que aquello era un acto de memoria, toda vez que al evocar, narrar y situarnos (de la manera que fuera) en aquella historia -la larga (existencialmente) historia del movimiento estudiantil universitario – nos hacíamos parte de una comunidad afectiva, como le llama Halbwachs a la memoria, que hace que la imagen de las y los estudiantes de otras épocas rompan la barrera del tiempo y, gracias a la admiración de quienes recordamos, vivan para siempre.

Todo fue gracias a Mauro Calanchina, sus fotografías, su ojo atento y comprometido que registró no solo momentos históricos nacionales sino la propia humanidad de aquellos estudiantes. Incluso muchas de las fotografías del acto en su honor, fueron gracias a él, puesto que al llegar no hizo otra cosa sino aquella que mejor sabía hacer: captar con su cámara la realidad.

Tiempo después de esto, por Ximena supimos que Mauro se había ido. Como un memorioso paquidermo regresó al lugar de donde alguna vez salió, está vez para cerrar el ciclo de la vida. A su legado fotográfico se sumó, su propia vida. Ambos motivo de inspiración para realizar uno de los actos más imperiosos de la memoria: custodiar el tiempo que nos toca, para los que no están y para los que están viniendo.

 Mauro caricaturaCaricatura de Mauro Calanchina. Imágen de Arnoldo Ramírez Amaya.

* Jonatan Rodas (Maestro en Antropología).