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No hagamos de la Justicia un Circo

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Exhumación en comunidad Xexocom en Nebaj, Quiche. Año 2015. (Antiguo destacamento militar)

Por Carlos Fernández.

Desde el año 1998 comencé en las andadas. Para ese entonces estaba con el tema de rehabilitación física a víctimas sobrevivientes del Conflicto Armado Interno –CAI- y tiempo después paré trabajando en temas de reparaciones y devolución del REMHI en el año 2000 que impulsaba la iglesia católica guatemalteca. En esos años, me tocó ir a varios procesos de exhumación, ya que mis compañeros psicólogos creían que el patojo de la facultad de medicina de U privada tenía que sensibilizarse. La experiencia que dejan las exhumaciones de víctimas de violencia del CAI es única. Cada proceso a pesar de ser diferente al anterior, tenía una particularidad: el deseo de los familiares, muchas de ellas mujeres, de establecer el paradero de sus seres queridos.

Recuerdo estar sentado en un paraje mas allá de Soloma, Huehuetenango, ayudando a los antropólogos a llenar fichas de identificación de desaparecidos y escuchar el relato de señoras de avanzada edad que describían con lujo de detalles la forma en que iban vestidos sus esposos e hijos desaparecidos, fecha exacta y hasta que les habían puesto para comer en su jornal. Hubo momentos en los que debo confesar dudé de la exactitud de sus versiones. ¿Cómo era posible que alguien recordara con tanto exactitud después de 25 o 30 años ese tipo de detalles?

Una vez terminada la tarea de documentación y pasado un tiempo tocó regresar a la comunidad al inicio de la fase arqueológica. Se delimitó la trinchera en el lugar señalado por los testigos e inició el proceso de poco romántico debo decir de palear por horas. Conforme se iba profundizando, cubetas y más cubetas de tierra salían de la fosa y por momentos pensé que la gente se había equivocado de lugar. Fuera de la fosa el ambiente era de voces, risas de niños y madres hablando a sus hijos para que no tocaran las herramientas de los arqueólogos. En un árbol cercano, unos psicólogos hacían una suerte de taller psicosocial con los familiares. Había un poco de todo.

Con el pasar de las horas, cada vez había más personas alrededor de la ahora profunda fosa. El ambiente seguía siendo de poca solemnidad, hasta que una de las palas dio con la primera osamenta. Cuando el compañero pronunció las palabras “aquí hay una persona”, se hizo un silencio profundo y así siguió por varios minutos mientras iniciaba ahora una fase más minuciosa del trabajo en manos de los arqueólogos. Brochazo tras brochazo, pequeños picos y palas descubrían etapa por etapa no uno sino decenas de cuerpos apelmazados con manos amarradas, ojos vendados y orificios en el cráneo posiblemente provocados por proyectiles de arma de fuego. De pronto una de las mujeres da un grito de “aaayyy”, se agarra el rostro y llora con un desconsuelo que golpeaba el alma. Era una de las señoras que me tocó entrevistar; una de las osamentas correspondía con el pantalón, cincho, camisa y calzado que ella recordaba. Movía sus manos al cielo, como quien reclama a Dios por tanta injusticia. No entendí una sola de las palabras en idioma maya dichas por la señora en ese momento, pero no hacía falta. Sus gestos y su voz ahogada en llanto eran más que elocuentes.   Me asaltó un sentimiento de culpa por haber dudado he de confesar. Como ella, otros cientos de sobrevivientes tenían intacto el recuerdo del último día que vieron a sus seres queridos.

Ahora que han capturado a 13 militares entre ellos Benedicto Lucas García, hermano del sanguinario genocida Romeo Lucas García (1978-1982) se lleva en tribunales un proceso histórico de justicia. Cientos de familiares han esperado con ansias el tener la oportunidad de sentar frente a la justicia a quienes identifican como responsables de la tortura, desaparición, secuestro y asesinato de sus familiares. No tuve la ocasión de ir a la primera audiencia y dudo tener el tiempo para asistir a otras, pero las he seguido en redes, medios de comunicación y por amigos que si han presenciado. Uno de ellos me relató cómo en la audiencia del día 8 de enero de 2016 habían en la sala dos bandos (faltaba más en ésta Guatemala de la polarización) y cómo se dieron una serie de “incidentes” al nivel de sacarse la lengua, arrugarse la frente, “agredirse tomándose fotos mutuamente” y otra serie de actitudes infantiles.   De los familiares de los militares, no espero mucho. Pero de otras personas y organizaciones sí. Lo que ocurre en esa sala, no es un circo. Es un proceso que lleva años de estarse persiguiendo por los sobrevivientes de la masacres. Las evidencias son contundentes y han sido recabadas de manera científica, pero sobre todo, es la oportunidad única de las víctimas y no de las ONGs de acceder a justicia.

Los abogados del MP y de la querellante tienen tremenda responsabilidad. Ya hubo una experiencia poco agradable con el proceso contra Ríos Montt, en la que el litigio malicioso rindió sus frutos. En esta ocasión no deben cometerse los mismos errores o vicios de proceso que puedan dejar una rendija por la que se cuele un fallo de impunidad. Ojalá y lo tengan claro esta vez. De nada sirve ganar mediáticamente el caso si legalmente el fallo será de impunidad.

Es por ello que regreso al momento en el que se encontró la primera osamenta en aquella fosa que relaté líneas antes. Es momento de manifestar un profundo respeto por las victimas, detener el ruido innecesario y poner atención a lo importante. Acá no se están litigando ideales oenegeros o políticos de la derecha conservadora. Se ha puesto ante la justicia a perpetradores de violaciones a derechos humanos contra población desarmada, violadores sexuales, torturadores, secuestradores y sabrá Dios que otros delitos, documentados, insisto, de manera científica. No es momento de circos. La sangre derramada clama justicia; que las luces, flashes y momentos mediáticos no logren desvirtuar esta larga espera. No hagamos de la justicia un circo y menos aún, ocasión para sacar a pasear luchas ideológicas inútiles.

Santiago Atitlán: 2 de diciembre de 1990

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02 de Diciembre 1990 – Santiago Atitlán | Memoria Histórica

Texto por Nelton Rivera, video por Rosanda Pacay.

Uno de los lagos más bellos del mundo se encuentra ubicado en el centro de un cinturón de tierra que une al norte con el sur de América. La Sierra Madre atraviesa por completo a Centroamérica con una serie de cordilleras montañosas, en su extremo norte está Guatemala; Atitlán se encuentra en la región sur occidental del país, llegar a Sololá puede tomar 3 o 4  horas de camino desde la capital hasta la orilla del lago.

El lago está vigilado por tres volcanes, San Pedro, Toliman y Atitlán, con ellos está presente la riqueza ancestral de cada uno de los tres pueblos indígenas que la habitan; Kaqchikel, Tz’utujil y Kiche, en uno de sus poblados ocurrió la masacre de 13 personas el 2 de diciembre de 1990.

Circulando al lago descanasan trece poblados, cada uno de estos recibió el nombre de apóstoles y santos de la Iglesia Católica; San Pedro, Santiago, San Pablo, San Jorge, San Andrés, Santa Catarina y otros más, todo esto producto de la evangelización a esta región durante la colonia.

El pueblo maya Tz’utujil de Santiago Atitlan conmemora cada segundo día de cada mes con una misa en memoria de todas aquellas personas que fueron víctimas de la represión del ejército guatemalteco, este mes se cumplen 25 años.

Para ellos y ellas la memoria histórica es tan vital como el agua, como el lago. Cada 2 de diciembre conmemoran la memoria, aquí nadie olvida, aquí la vida se sobrepone al odio de los autores materiales e intelectuales de la represión.

En el parque central de Santiago Atitlán siempre hay flores, siempre hay velas por las trece personas que el día 2 de diciembre de 1990 perdieron la vida, los fusiles accionados por orden de un oficial se las arrebataron.

La decisión de toda la población se tradujo en la expulsión del ejército en Santiago Atitlán,  miles de indígenas demandaron al Estado la expulsión del destacamento militar, la autoridad comunitaria y municipal elaboraron una carta, mucha gente la firmó, firmas y huellas digitales sobre papel dan cuenta de esto, tan solo dos días después en Europa una nota de prensa en El País denunciaba la continuidad de la violencia «Los soldados dispararon contra una multitud desarmada»

«A lo largo de la mañana del domingo, cerca de 15.000 vecinos, de una población de 40.000, firmaron un documento dirigido al presidente de la República, Vinicio Cerezo, y al ministro de Defensa exigiendo la retirada inmediata de la guarnición militar en Santiago Atitlán y del destacamento de la policía, acusado de múltiples abusos y violaciones a los derechos humanos» El País.

Rosanda Pacay es la autora de un hermoso documental nos trasladara 25 años atrás en el tiempo, nos sumergirá en lo difícil de vivir durante toda una época, los tiempos de la represión militar en Guatemala; ella logró a través del testimonio de dos personas quienes son testigos presenciales de la masacre, ambos eran niños, los dos sobrevivientes se rencontraron tiempo despúes, uno le salvo la vida al otro.

Este es tan sólo un capítulo de muchos más, de cientos de historias, de muchas voces, de muchos testimonios que dan cuenta de lo vivido por miles en las ciudades y en los departamentos de Guatemala, este material forma parte del largo camino de la memoria colectiva de este país, Rosanda Pacay una mujer maya Tsutujil nos permite caminar unos pasos en este trayecto.

Totonicapán: doña Joséfa una de las voces que exigen justicia

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«Tan siquiera mí esposo estuviera en la cárcel, lo voya ir a ver, o lo voy a sacar de la carcel, tan siquiera tuviera deuda y le voy a ir a pagar su deuda… Hay momentos cuando tengo yo mucha necesidad, tan siquiera pudiera hablar con mi esposo así por teléfono, cuándo hay cosas que necesito solucionar.

O tan siquiera estuviera mi esposo en los Estados Unidos y poderle hablar por teléfono y ahora ya no se puede, que voy a hacer.

Lo que hago yo es que me voy al centro voy a comprar flores y me voy a pasar ahi a la tumba de él, voy a orar y me quedo unos 15 o 20 minutos y despues me regreso».

Palabras de Doña Josefa, mujer maya Kiché de Totonicapán esposa de Jesús Caxaj, uno de los masacrados el 4 de octubre del 2012 en la cumbre de Alaska.

 

A juicio el jefe del Comando 6 por la masacre en la Embajada de España

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Por: Quimy De León

Desde las siete y media de la mañana acudimos al llamado que había hecho por distintos medios Rigoberta Menchú Tum y la fundación que lleva su nombre. Es un día importante pues inicia un nuevo proceso judicial que nos dará la posibilidad de entender parte de nuestra historia y los hechos ocurridos en 1980, ya que en la sala de vistas de la Corte Suprema de Justicia inició el juicio oral y público en contra del Jefe del Comando 6 de la Policía Nacional: Pedro García Arredondo.

En las afueras del edificio de la corte se realizó una invocación, yo llegué muy temprano y ya estaban colocadas varias ofrendas en el suelo velas blancas, rosas rojas, jocotes, piñas y otras ofrendas para empezar agradeciendo y pidiendo buenas energías para empezar la jornada.

Quienes pasaban por ahí para ir al trabajo o quizá para realizar alguna gestión miraban con indiferencia lo que ocurría en este lugar, seguramente pocas de estas personas tenían la más mínima idea de que ahí mismo, en una sala de audiencias se empezaría a discutir acerca de la historia, de su propia historia.

El inicio del juicio: lleno de expectativas

En la sala habían más de doscientas cincuenta personas, entre activistas, cientistas sociales, luchadoras sociales, periodistas, familiares y sobrevivientes con mucho nerviosismo y ganas de encontrar justicia. La jueza presidenta del Tribunal de Mayor Riesgo B Irma Yanet Valdez Rojas abre la audiencia en la sala de vistas de Corte Suprema de Justicia junto a su tribunal compuesta por otras dos juezas. Se presentan las fiscales del Ministerio Público, también quienes serán querellantes adhesivos y sus abogados y abogadas.

El abogado defensor de García Arredondo Moisés Galindo, solicita que se admita como defensa a otro abogado. Inmediatamente después un supuesto abogado de la Fundación contra el Terrorismo, empieza a hablar desde el público irrumpiendo la audiencia pretendiendo hacer una exposición y presenta a Ricardo Méndez Ruíz en calidad de presidente de esta Fundación y de querellante adhesivo. Habla durante unos quince minutos hasta que los abogados querellantes adhesivos solicitan a la jueza que no se puede permitir ésta acción ya que son personas del público.

Finalmente el tribunal resuelve que no están acreditados para actuar como querellantes y que deben permanecer como público. Inmediatamente después se retiraron.

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“Ninguno vivo”

Pudo haber sido un día cualquiera sin embargo un 31 de enero del año ochenta, ocurrió un hecho indescriptible, una masacre adentro de las instalaciones de la Embajada de España. Esto conmocionó, indignó y aterrorizó al país y a la comunidad internacional.

La fiscal del Ministerio presentó sus alegatos y dijo que quedarán acreditados los hechos que constituyen las tres acusaciones en contra de Pedro García Arredondo en grado de autor.

A las once y media de la mañana de ese día se ocupó “de forma pacifica por varios ciudadanas y ciudadanos que tenían por objeto denunciar las masacres y las violaciones a sus derechos fundamentales cometidas por el ejército de Guatemala. Quedará acreditado que el acusado quien ejercía el cargo de primer jefe de la sección de investigaciones especiales comando seis de la policía nacional ejecutó órdenes giradas por sus superiores jerárquicos, de donde provino la orden que nadie saliera vivo de la embajada. El acusado para cumplir realizó:

  1. Impidió la salida de los ocupantes de la embajada de España, funcionarios y empleados, otros ciudadanos guatemaltecos y españoles.
  2. Hizo caso omiso a las peticiones del embajador español Máximo Cajal y López quien le indicó que las fuerzas de seguridad no ingresaran a la sede diplomática.
  3. Impidió y obstaculizó cualquier comunicación, mediación y negociación pacifica.
  4. Vulneró flagrantemente la inviolabilidad diplomática de la embajada española cuando ordeno el ingreso de las fuerzas policiales bajo su mando.
  5. Ordenó que agentes policiales bajo su mando destruyeran ventas y puertas con la única intención de darle muerte a los que se encontraban ahí por considerarlos enemigos internos y así darles fiel cumplimiento a las órdenes que había recibido.
  6. Obstaculizó el ingreso de la Cruz Roja, bomberos municipales y voluntarios para ayudar a las personas que se estaban quemando dentro de la embajada de España quienes gritaban de dolor pidiendo auxilio.

Las acciones ejecutadas por el acusado y los agentes bajo su mando en el operativo de asalto a la embajada de España, produjeron:

  1. La muerte de 37 personas calcinadas quienes murieron por quemaduras de tercero y cuarto grado y dos personas sobrevivientes. Eran 22 campesinos:
  • Mateo Sis
  • Víctor Gómez Zacarías
  • Juan Chic Hernández
  • Mateo López Calvo
  • Juan José Yox
  • Maria Ramírez Anai
  • Regina Pol Puy
  • Francisco Chen
  • Salomón Tavico
  • Vicente Menchú
  • María Pinula Lux
  • Juan Us Chic
  • Francisco Tuc
  • Trinidad Gómez Hernández
  • José Ángel Xoná
  • Gabino Mario Chuté
  • Juan Tomás Lux
  • Mateo Sic Chen
  • Juan López Yax
  • Gaspar Vi Vi
  • Felipe Antonio García
  • María Ramírez Anai.

5 Estudiantes Universitarios:

  • Sonia Magalí Welches Valdéz
  • Luis Antonio Ramírez Paz
  • Leopoldo Pineda Pedroza
  • Edgar Rodolfo Negreros y
  • Blanca Lidia Domínguez Girón.

Personal Diplomático:

  • Felipe Sáenz Martínez
  • Jaime Ruíz del Arbol Soler
  • María Wilkem Molina
  • María Lucrecia Rivas Fernández de Anleu
  • Nora Adela Mena Aceituno
  • Miriam Judith Rodríguez Urrutia
  • María Teresa Vásquez Ochando
  • María Cristina Melgar Espinoza

Dos visitantes

  • Eduardo Rafael Cáceres
  • Gustavo Adolfo Molina Orantes

Sobrevivientes:

Máximo Cajal y López quien logró escapar por sus propios medios y Gregorio Yujá Xoná”[1].

La fiscalía dijo que muchas de las acciones realizadas por Pedro García Arredondo, miembros del comando 6 y su grupo de choque, podrían ser tipificadas como delitos de asesinato y delitos contra los deberes de humanidad contra 37 víctimas que murieron en la masacre de la Embajada de España ocurrida el 31 de enero de 1980 y por asesinato en grado de tentativa contra Máximo Cajal entonces embajador de España y Gregorio Yujá Xoná quienes habían logrado sobrevivir. También será acusado por el asesinato de Gustavo Adolfo Hernández González presidente del Frente Estudiantil Universitario y Jesús Alberto España cuando se encontraban en el Paraninfo Universitario en el velorio de las víctimas de la masacre.

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Sentado en el banquillo de los acusados

Pedro García Arredondo jefe del comando 6 de la policía acusado de asesinato y delitos contra los deberes de humanidad contra 37 víctimas de la masacre de la Embajada de España. Sus únicas palabras fueron:

«ante dios y la tierra soy inocente, soy inocente y soy inocente»

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Testimonios

Tres testigos tuvieron la oportunidad de declarar hoy Rigoberta Menchú Tum premio Nobel de la Paz hija de Vicente Menchú quien murió en esta masacre, quien era catequista y campesino «se dedicó a la agricultura y a defender a la naturaleza, a las montañas de Chimel, era analfabeto, era dirigente campesino, guía espiritual, catequista. una persona conocido en muchas comunidades.»

Su testimonio fue contundente y detallado, nos permite no solamente acercarnos a los hechos ocurridos sino a la realidad que viven miles de personas indígenas en zonas rurales excluidas. Sergio Vi también tuvo la oportunidad de hablar por el asesinato de su padre Gaspar Vi en este terrible hecho. El Lic. Aguirre Godoy quien fue presidente de la Corte suprema de Justicia da su testimonio de lo ocurrido ese 31 de enero de 1980 y de cómo el logró salvar su vida.

[1] La fiscal del Ministerio presentó sus alegatos y dijo que quedarán acreditados los hechos que constituyen las tres acusaciones en contra de Pedro García Arredondo en grado de autor.

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La Tumba

 


Hace 34 años un 31 de enero de 1980, un grupo de hombres ymujeres indígenas maya Kiché de Uspantán y Chimel, en su mayoría campesinos y campesinas, junto a estudiantes universitarios y obreros guatemaltecos tomaron la Embajada de España.

La dictadura de la época, respondió incendiando la sede diplomática, esta es la historia del único sobreviviente de esta masacre, treinta y siete personas más fueron masacrados en el interior de la embajada, hasta el día de hoy no se ha hecho justicia y varios de los responsables materiales e intelectuales permanecen en libertad, otros fallecieron de vejez protegidos por la impunidad.

Documental dirigido por Juan Calles… 

La masacre  de la Embajada de España

… no nos ha quedado otra alternativa que permanecer en la Embajada de España como la única manera de hacer llegar nuestras denuncias a todo el pueblo de Guatemala y a los pueblos del mundo”[1]

A las once de la mañana del jueves 31 de enero de 1980, 27 personas la mayoría de ellos  indígenas y representantes de organizaciones populares de Quiché, y algunos estudiantes ingresaron de forma pacifica  en la Embajada de España.”[2]

 “…Toda esta injusticia, toda esta maldad y toda esta cobardía del Ejercito Nacional es lo que venimos a denunciar a la capital, pero también aquí fuimos perseguidos y amenazados por las fuerzas represivas. Los periódicos y las radios no querían publicar nada porque también sus trabajadores han sido amenazados de muerte por el Gobierno …por todos estos hechos no nos ha quedado otra alternativa que permanecer en la Embajada de España como la única manera de hacer llegar nuestras denuncias a todo el pueblo de Guatemala y a los pueblos del mundo. Estamos firmemente decididos a permanecer dentro de la embajada hasta que las peticiones que les hacemos a ustedes sean resueltas favorablemente.”[3]

La petición del diplomático español no fue atendida. Decenas de agentes uniformados y algunos de civil de la Policía Nacional, judiciales y miembros de Inteligencia del Ejercito, fuertemente armados, dieron inicio al asalto de la sede, infringiendo la inviolabilidad que ampara a los agentes diplomáticos y al local de su respectiva misión,[4] al hacerlo ante la clara oposición de su titular.”[5]

¿Quién es Juan Calles?

Juan Calles

 Juan Calles es un aprendiz de todo, esta siempre en proceso de aprendizaje y asombro.

¿Cuál ha sido tu experiencia como artista audiovisual?

Mi experiencia ha sido de espera y paciencia. Busco hacer trabajos 100% independientes lo que ha significado esperar para obtener los recursos para echar a andar los proyectos audiovisuales. La paciencia me ha ayudado a saber en cual es el mejor momento para rodar.

¿Cómo surge “La Tumba“ y qué aporte quisiste hacer con ella, respecto de la memoria y la historia?

Cuando estudié en la USAC existía una especie de leyenda urbana que contaba sobre la existencia de una tumba en el campus. Fue hasta el 2008 mientras documentaba el foro social de las Américas en la USAC que pregunté por que hacían una ceremonia maya en la plaza entre Económicas y Derecho.

Un vendedor me respondió que allí estaba la tumba de Gregorio Yujá y se extendió con lagrimas en los ojos contándome que el estuvo presente en el entierro que hicieron los estudiantes. Pero que en realidad ese no era el lugar correcto; que la tumba estaba en otro lugar. Allí inició la investigación y el desarrollo del documental.

Quise aniquilar la leyenda urbana y contar la verdad y dar a conocer que uno de los héroes de la Embajada de España estaba enterrado en el Campus Central de la Universidad de San Carlos  y cual era el lugar exacto de la tumba de Gregorio Yujá. Que los estudiantes conozcan esta historia y respeten el lugar en donde descansan los restos de Yujá.

Ese documental fue hecho bajo per-versa pero eso ya no existe, ahora somos iconoclasta producciones que es mas bien un colectivo de chavos y chavas que hacen cosas diferentes desde música pasando por la poesía el teatro y el audiovisual


[1] Declaración pública de las comunidades indígenas que tomaron la embajada, con fecha 31 de enero 1980.

[2] Guatemala Memoria del Silencia. Tomo VI Casos Ilustrativos Anexo I. Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico CEH. 1999.

[3] Declaración pública de fecha 31 de enero de 1980 suscrita por las comunidades campesinas  de Chajul, Nebaj, Cotzal y San Miguel Uspantán.

[4] Artículos 22, 27 y 29 del Convenio de Viena, ratificado por Guatemala el primero de octubre de 1963, sobre relaciones diplomáticas, que establece la prohibición de penetrar en sedes diplomáticas sin el consentimiento del jefe de la misión, y la obligación del Estado de proteger tanto el recinto diplomático como a sus agentes.

[5] Guatemala Memoria del Silencia. Tomo VI Casos Ilustrativos Anexo I. Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico CEH. 1999.