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Un día después de la segunda vuelta electoral, nuestras preocupaciones

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Foto: Jeff Abbott

Por Prensa Comunitaria

Luego de meses de campaña electoral, la democracia y ejercicio de ciudadanía en Guatemala se redujo al ejercicio del voto y este voto llevó a la presidencia a Jimmy Morales, un actor, comediante, cristiano-protestante, conservador y racista.

En un país con más de 15 millones de habitantes, la única forma legal de elegir representantes y administradores del poder y recursos del país sigue siendo un sistema de partidos políticos de masas, que fomentan la exclusión y el racismo. Para llegar a ser candidato basta con poder pagar el puesto y financiar campañas basadas en discursos vacíos, demagogia y acciones clientelares.

El secuestro del poder colectivo ha sido reflejado este pasado domingo 25 de octubre del 2015, donde dos millones setecientos mil guatemaltecos (2,749,634)  han decidido por todo un país y han electo un proyecto político oscuro, disfrazado de mesianismo. Han decidido frente a un 45% de abstencionismo y otro alto porcentaje de votos nulos, que sumados hacen más del 50% de empadronados, en un país donde más de 7 millones de personas pueden votar.

Éste es el resultado de una campaña electoral en la que no se quiso escuchar el clamor de una buen parte de la sociedad que demostró estar harta de este sistema político. Aunque pretendan ocultarlo, quienes ahora ganaron son parte de los que se negaron a cambiar la reglas del juego electoral, pues tenían mucho que perder.

Este proyecto político en el que Jimmy Morales llega al Organismo Ejecutivo está rodeado de viejos militares, muchos vinculados a serias violaciones a Derechos Humanos durante la guerra y a otros políticos oportunistas tránsfugas de diversos partidos, mayoritariamente del Partido Patriota y Líder.

Muchos alcaldes, diputados y empresarios volcaron su apoyo a Jimmy en la Segunda Vuelta Electoral, para preservar el manto de impunidad, para evitar ser perseguidos judicialmente, para lograr licitaciones con el Estado y así evitar ser parte de las investigaciones que iniciaron en los últimos meses el Ministerio Público y la CICIG en contra de la corrupción. Esto deja entrever que habrá continuidad en muchas de las prácticas corruptas de las redes de poder tradicionales.

En materia de Derechos Humanos, preocupa las incontables violaciones de las que han sido víctimas comunidades indígenas y campesinas estos último años, la larga lista sigue sumando líderes comunitarios a las cárceles por defender la vida y el territorio.

No se vislumbra posibilidad de diálogo con el nuevo gobierno, ni para resolver las demandas históricas de la población, que exige tierra, vivienda digna, salud y educación gratuitas y de calidad, menos aún los derechos a las diversidades étnicas, sexuales y de género, ya que durante su campaña electoral Jimmy Morales manifestó su homofobia, machismo y racismo.

Desde Prensa Comunitaria compartimos investigaciones que revelan la complicidad de este sistema electoral junto a complejas estructuras y redes de corrupción, con vínculos tanto con políticos, empresarios, militares y hasta líderes religiosos, que han destrozado a Guatemala. Seguiremos alerta para continuar denunciando cualquier tipo de irregularidades que se den.

Ante este panorama, algo sí ha variado, y es que a las comunidades organizadas indígenas en todo el país se ha sumado una creciente masa crítica, conformada sobre todo por jóvenes de clase media, que están dispuestos a involucrarse más en lo político, en la oposición, en la fiscalización y la denuncia.

Es el tiempo de tejer nuevas alianzas políticas; esta vez entre estas expresiones de organización juvenil y las organizaciones y comunidades que han resistido los embates del neoliberalismo y el extractivismo por décadas, que construyen comunidad, que gestionan para la colectividad y ojalá se pueda construir una manera diferente de hacer política en Guatemala.

Este gobierno ha de saber que tiene una ciudadanía atenta vigilándole. Llegó al poder de forma espúrea y vamos a estar atentos.

PROCESO ELECTORAL Y MOVILIZACION SOCIAL

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Por: Miguel Ángel Sandoval.

El resultado del proceso electoral, es una sacudida más en este año que no ha dejado de dar sorpresas, y desde donde se vea, nos dice que es el tiempo de las reformas y los cambios que el país demanda. Sin duda se trata de un resultado contradictorio pues se esperaba un resultado distinto.

Pero fuera de la propuesta política de las expresiones de izquierda, no había posibilidad de resultados diferentes. Todo iba a ser un poco de la misma escuela. Ahora bien, pensar o afirmar que la población se equivocó es parcialmente cierto pero fundamentalmente errado. Pues si algo expresa el resultado de las urnas es el hartazgo a la política tradicional llena de trampas y todas las formas de corrupción, y por ello el resultado es una especie de victoria de la anti política, como expresión de rechazo profundo a la política tradicional.

La gente no se equivocó, en todo caso son los analistas que se equivocan. En esta perspectiva se hace concreto el pensamiento que se recogía desde los primeros días de las movilizaciones sociales cuando se decía, “nuestros sueños no caben sus urnas”. Y ello tiene que ver con un tema bien claro: las elecciones y el movimiento social no son parte de un mismo proceso.

Son procesos diferenciados que solo coyunturalmente coincidieron. Cada uno con su lógica y su dinámica. Las reformas están a la orden del día y ello es parte de la agenda del país que se debe impulsar por todos los medios. No son reformas sencillas. Es la reforma política del Estado, en el plano económico, social y político.

El movimiento social no puede detenerse a reflexionar sobre resultados electorales, pues eso forma parte de las obligaciones de los partidos políticos que fueron rebasados por los resultados en toda la dimensión del término. Lo que le corresponde al movimiento social es exigir las reformas identificadas en las movilizaciones de los últimos meses. Las demandas contenidas en dos temas, #justicia ya! y #reformas ya! son absolutamente actuales, indispensables, y marcan la hoja de ruta del movimiento social, de la sociedad en general y del gobierno electo que debe enseñar u verdadera naturaleza.