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Convocatoria desde la nación q’anjob’al para acuerpamiento espiritual

Fotografía de Nelton Rivera.
Compañeras, compañeros, hermanas y hermanos:
Por este medio el día lunes 18 de julio de 2016 les invitamos para hacer presencia en la Torre de Tribunales y nos unamos en una intención espiritual de los pueblos para pedir la justicia y libertad de nuestros hermanos autoridades ancestrales y comunitarias, presos políticos por la defensa de la vida. Invitamos a quienes no puedan asistir a las audiencias, que este lunes a las 7:00 de la mañana enciendan una candela desde su casa, oficina, comunidad o territorio, donde quiera que estén y junten su petición con la nuestra; ¡Justicia y libertad de los presos políticos!
Es una semana importante ya que se reúnen elementos claves para la posterior definición del juicio. Ese día en la entrada principal a la Torre de Tribunales en Guatemala, en coordinación con la Red de Sanadoras Ancestrales, se está convocando para acuerpar un espacio simbólico y espiritual para la invocación por la justicia y libertad de los hermanos presos, las compañeras convivientes, sus hijas e hijos, sus familias y su territorio. Les invitamos a traer sus elementos espirituales, como ofrendas de velas, flores, incienso, para acompañar las audiencias que continúan a partir de las 8:00 horas. en el 15 nivel del juzgado de mayor riesgo A.
Que el CORAZÓN DEL CIELO Y DE LA MADRE TIERRA le acompaña con la energía de nuestros ancestros. MUJERES DE LA NACIÓN Q´ANJOB’AL
Cómo varió el escenario y las formas de lucha, pero el problema de fondo sigue sin resolverse
Por: Andrea Ixchíu Hernández.
Durante estos días de audiencia en el juicio que se realiza contra 7 autoridades comunitarias de Santa Cruz Barillas y Santa Eulalia, del departamento de Huehuetenango, escuchar a los testigos y peritos motiva una serie de sentimientos y reflexiones respecto del uso del sistema de justicia oficial para desmovilizar la organización comunitaria y la resistencia a la imposición de proyectos extractivos.
Y es que desde el establecimiento de las formas de propiedad de la tierra, desde que la propiedad privada se convirtió en la figura legal que amparó la concentración de la riqueza en pocas manos, producto de eso que Karl Marx denominó la acumulación originaria, y que los pueblos indígenas y originarios llamamos el primer despojo, hemos sido violenta y sistemáticamente privados de nuestros medios de vida. Hoy han cambiado las formas, pero el modelo de despojo sigue siendo el mismo, la acumulación de riqueza en pocas cuentas de banco a costa de la desposesión de los medios de vida más básicos de la mayoría de la población.
Desde el idioma, la espiritualidad, la relación con la tierra y la naturaleza, todas nuestras formas de vida y organización social se ven agredidas por este sistema colonial que no desaparece. Uno que en el nombre de la legalidad ha justificado hasta el genocidio.
Sin embargo, los pueblos resistimos la embestida, luchamos por conservar las riquezas de nuestra cultura a través de los siglos, las mujeres y los tejidos, los ajq’ijab y nuestro tiempo, los agricultores y las semillas, las autoridades y nuestro sistema de justicia, por nombrar algunas de ellas. Pero también nosotros hemos aprendido el idioma del colono, el castellano, el alemán y el inglés, sus leyes y normas para así poder comunicarnos con el poder dominante. Aunque cabe mencionar que en esa batalla muchos son seducidos por ese poder y se olvidan de su origen y lo desprecian.
Pero es comprensible, si nos dijeron por siglos que debíamos pensar como blancos para ser civilizados, que debíamos ser ciudadanos y despojarnos de nuestras formas de vida tan atrasadas, que debíamos creer en Dios para tener un alma. Y así lo trataron de hacer los abuelos y abuelas, aprendieron esas formas, pero a escondidas hacían la ceremonias en los cerros, hablaban su idioma y mantenían sus formas de organización, que se conservan hasta el día de hoy, pero que se han adaptado a los cambios políticos y sociales de nuestra era, al igual que nosotros los indígenas, que somos los de siempre, pero nunca los mismos.
Aprendimos a convivir y resistir al Estado, que fue impuesto a nuestro pueblo por una minoría. Sus leyes y normas han justificado ayer y hoy el encierro o asesinato de nuestras autoridades y el despojo de los territorios, ahora para regalarlos a empresas extractivas que producen destrucción.
Sin embargo, ante tanto desastre creado por el Estado y el modelo económico neo-liberal que protege, aún hay quienes con lujo de ignorancia nos siguen llamando “indios brutos”, desprecian nuestra ciencia y con su sistema educativo solo quieren borrar nuestra cultura. Ah, pero luego aparece la NASA usando el calendario creado por nuestros abuelos para hacer viajes espaciales, las compañías farmacéuticas patentan nuestras semillas y hierbas para hacer medicinas que luego no podemos comprar y las diseñadoras usan nuestros textiles para vender caros ropajes fuera de nuestros territorios sin reconocer nuestro trabajo.
Pero si defendemos nuestros derechos nos dicen que no podemos cambiar las cosas, que organizarnos es delito, que resistir cuesta la vida y la libertad, que lo hecho, hecho esta y que por lo tanto nos toca olvidar todo el pasado de dolor y seguir adelante. ¿Pero, con qué? Si no tenemos tierra, si las fuentes de agua están contaminadas, si aunque ganemos amparos en las Cortes de Justicia no se respetan nuestros derechos, si el sistema de justicia monta juicios falsos como en la colonia, para encarcelar a nuestras autoridades.
Cuando los pueblos proponemos alternativas de vida nos dicen radicales y locos. Pero algo es seguro, si ser loco y radical es defender el derecho a la vida, pues eso somos. Y aunque el escenario sea distinto y nuestras formas de lucha cambien, el problema de nosotros los pueblos sigue siendo el mismo de hace siglos. El racismo y todos sus hijos…