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Cómo varió el escenario y las formas de lucha, pero el problema de fondo sigue sin resolverse
Por: Andrea Ixchíu Hernández.
Durante estos días de audiencia en el juicio que se realiza contra 7 autoridades comunitarias de Santa Cruz Barillas y Santa Eulalia, del departamento de Huehuetenango, escuchar a los testigos y peritos motiva una serie de sentimientos y reflexiones respecto del uso del sistema de justicia oficial para desmovilizar la organización comunitaria y la resistencia a la imposición de proyectos extractivos.
Y es que desde el establecimiento de las formas de propiedad de la tierra, desde que la propiedad privada se convirtió en la figura legal que amparó la concentración de la riqueza en pocas manos, producto de eso que Karl Marx denominó la acumulación originaria, y que los pueblos indígenas y originarios llamamos el primer despojo, hemos sido violenta y sistemáticamente privados de nuestros medios de vida. Hoy han cambiado las formas, pero el modelo de despojo sigue siendo el mismo, la acumulación de riqueza en pocas cuentas de banco a costa de la desposesión de los medios de vida más básicos de la mayoría de la población.
Desde el idioma, la espiritualidad, la relación con la tierra y la naturaleza, todas nuestras formas de vida y organización social se ven agredidas por este sistema colonial que no desaparece. Uno que en el nombre de la legalidad ha justificado hasta el genocidio.
Sin embargo, los pueblos resistimos la embestida, luchamos por conservar las riquezas de nuestra cultura a través de los siglos, las mujeres y los tejidos, los ajq’ijab y nuestro tiempo, los agricultores y las semillas, las autoridades y nuestro sistema de justicia, por nombrar algunas de ellas. Pero también nosotros hemos aprendido el idioma del colono, el castellano, el alemán y el inglés, sus leyes y normas para así poder comunicarnos con el poder dominante. Aunque cabe mencionar que en esa batalla muchos son seducidos por ese poder y se olvidan de su origen y lo desprecian.
Pero es comprensible, si nos dijeron por siglos que debíamos pensar como blancos para ser civilizados, que debíamos ser ciudadanos y despojarnos de nuestras formas de vida tan atrasadas, que debíamos creer en Dios para tener un alma. Y así lo trataron de hacer los abuelos y abuelas, aprendieron esas formas, pero a escondidas hacían la ceremonias en los cerros, hablaban su idioma y mantenían sus formas de organización, que se conservan hasta el día de hoy, pero que se han adaptado a los cambios políticos y sociales de nuestra era, al igual que nosotros los indígenas, que somos los de siempre, pero nunca los mismos.
Aprendimos a convivir y resistir al Estado, que fue impuesto a nuestro pueblo por una minoría. Sus leyes y normas han justificado ayer y hoy el encierro o asesinato de nuestras autoridades y el despojo de los territorios, ahora para regalarlos a empresas extractivas que producen destrucción.
Sin embargo, ante tanto desastre creado por el Estado y el modelo económico neo-liberal que protege, aún hay quienes con lujo de ignorancia nos siguen llamando “indios brutos”, desprecian nuestra ciencia y con su sistema educativo solo quieren borrar nuestra cultura. Ah, pero luego aparece la NASA usando el calendario creado por nuestros abuelos para hacer viajes espaciales, las compañías farmacéuticas patentan nuestras semillas y hierbas para hacer medicinas que luego no podemos comprar y las diseñadoras usan nuestros textiles para vender caros ropajes fuera de nuestros territorios sin reconocer nuestro trabajo.
Pero si defendemos nuestros derechos nos dicen que no podemos cambiar las cosas, que organizarnos es delito, que resistir cuesta la vida y la libertad, que lo hecho, hecho esta y que por lo tanto nos toca olvidar todo el pasado de dolor y seguir adelante. ¿Pero, con qué? Si no tenemos tierra, si las fuentes de agua están contaminadas, si aunque ganemos amparos en las Cortes de Justicia no se respetan nuestros derechos, si el sistema de justicia monta juicios falsos como en la colonia, para encarcelar a nuestras autoridades.
Cuando los pueblos proponemos alternativas de vida nos dicen radicales y locos. Pero algo es seguro, si ser loco y radical es defender el derecho a la vida, pues eso somos. Y aunque el escenario sea distinto y nuestras formas de lucha cambien, el problema de nosotros los pueblos sigue siendo el mismo de hace siglos. El racismo y todos sus hijos…
Desalojos violentos: una dinámica de despojo para los pueblos
Por: Rony Morales
Sabemos que la violencia solo genera caos y que se pierda el estado de derecho. Pedimos a la población en general a no caer en el juego y manipulación de un grupito de personas que intenta consolidar más su poder, mediante vías violentas para enriquecerse por medio del despojo de tierras ancestrales en las comunidades q´eqchi´s y poqomchi´s en Alta Verapaz esto es corrupción y manipulación de intereses del sistema.
En Cobán representantes territoriales, locales y comunitarios de las organizaciones sociales se reunieron y dieron una conferencia de prensa en la cual expresaron la preocupación ante el desalojo violento que sufrieron las comunidades Chisubín, Semil, Subín y Santa María del municipio de Lanquín, Alta Verapaz. Dichas comunidades llevan un tiempo viviendo bajo el asedio de empresarios, policías, militares, trabajadores del Comité Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) y paramililtares desde este 4 de julio.
También sufrió desalojo la comunidad Santa Inés de Santa Cruz, Alta Verapaz, que está conformada por 20 familias poqomchi´, las cuales fueron despertadas en la madrugada del pasado 2 de julio de 2016 y luego fueron sacadas de sus viviendas por un grupo de 50 personas, liderados por el señor Luis Giovanni Cho y Rigoberto Sanson Jor Caal, destruyéndoles 6 viviendas y dejándolas sin techo y sin un lugar a donde ir en el momento
Existen amenazas a las comunidades del valle del Polochic, desalojos que van a favor de los monocultivos de derecha empresariales que usurpan el Estado y ostentan el poder en Guatemala. Los desalojos son una política peligrosa para la vida humana de las comunidades rurales, y en la actualidad es una práctica constante. Desalojan a miles de familias campesinas e indígenas que solo buscan ejercer su derecho a disponer de un espacio de tierra para cultivar y ganarse honradamente su sustento diario.
En Alta Verapaz las empresas extractivas de monocultivos, hidroeléctricas y minería se han adueñado de la mayoría del territorio y los ríos, sin consultarle a la población indígena y campesina. Estas dinámicas como desalojos violentos son instrumento de los terratenientes y personas que tienen sus intereses particulares.
Lo sucedido en Semuq Champey no es nada nuevo, estas fuerzas represivas de militares, la Policía Nacional Civil y la policía privada(paramilitares) nos recuerdan los desalojos violentos en el valle de Polochic en 2011, los desalojos sufridos en las comunidades que viven en la cuenca del río Dolores Monte Olivo, Comunidad nueve de Febrero, la comunidad de Samococh y comunidades de Raxhuhá en 2014; todas en el departamento de Alta Verapaz, donde sufrieron campesinos e indígenas de las comunidades q´eqchi, cuando se encontraban trabajando en el cultivo del sagrado maíz, para alimentar a su familia, dejando como resultado varios heridos, 3 campesinos muertos, varios compañeros detenidos dejando y más de un centenar de familias en la calle.
La vida en la tierra tal y como la conocemos, depende de que se reconozca a los pueblos indígenas y las comunidades locales como custodios de nuestro planeta. Asegurar estos derechos es el eje central para construir un mundo justo y equitativo desde la salud a la educación, la participación a la paz, el crecimiento a la diversidad cultural.
Semuq Champey y el desalojo de su tierra ancestral
Por: Rony Morales
Hemos recibido llamadas desesperadas de auxilio de la gente que vive en las cuatro comunidades q´eqchi´es: Chisubín, Semil, Subín y Santa María del municipio de Lanquín, Alta Verapaz. Llevan mucho tiempo viviendo bajo el asedio de empresarios, policías, militares, trabajadores del Comité Nacional de Áreas Protegidas (Conap) y paramililtares. Desde el 4 de julio de 2016, 200 patrullas alrededor y de 800 elementos se encuentran en el lugar generando violencia y tratando de llevar a cabo un desalojo en contra de estas comunidades ancestrales.
El origen del conflicto es la mala administración que la municipalidad y el Conap hacían en esta área protegida, y la mala negociación por parte de autoridades gubernamentales. Este no es para nada el país ni la sociedad en la que queremos vivir. En este espacio territorial en donde habitamos, un grupito intenta consolidar más su poder mediante vías violentas para enriquecerse, así sin más.
Los comunitarios han denunciado el incumplimiento de parte de la municipalidad local y el Conap, y la entrega del 30 por ciento de los ingresos generados por el turismo en el centro a manos indebidas. Estos ingresos les corresponden por mandato legal, según decreto 25-2005, Ley de declaración de área protegida en el año 2005, además el lugar está localizado en el territorio que les pertenece ancestralmente.

Foto: La masa
Los pobladores de los caseríos antes mencionados fueron objeto de desalojo por parte de un contingente de la Policía Nacional Civil (PNC) que siguen en el centro turístico y pide refuerzos para seguir generando violencia. Los pobladores de origen maya q’eqchi’, desde 2015 han exigido el cumplimiento de disposiciones legales sobre el ingreso generado en el centro turístico y balneario Semuc Champey.
Entre las recomendaciones del Informe sobre situación de los Derechos Humanos en Guatemala de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA de 2015, la relacionada con el desalojo de comunidades y pueblos indígenas señala que debe ser una circunstancia excepcional, porque los desalojos constituyen graves violaciones a los derechos humanos internacionalmente reconocidos, tales como el de la vivienda, salud, alimentación entre otros. También se recomienda privilegiar el diálogo antes que el uso de la fuerza y la violencia del Estado.
Hasta el último momento de esta publicación, los comunitarios esperan la presencia e intervención de la Procuraduría de Derechos Humanos en el lugar.Las autoridades indígenas y habitantes de las comunidades se oponen que el Conap siga administrando Semuc Champey por distintas anomalías,tales como la corrupción y el descuido del lugar sagrado. Además, se oponen por la prohibición de la entrada a las personas que ahí viven, y por el incumplimiento de compromisos que se habían hecho con esta entidad. Por lo que decidieron volver a gestionarlo en la comunidad.
Hoy, 6 de julio de 2016, la gente resiste, cantando, orando y unida. Con toda la dignidad del mundo no se ha permitido que les arrebaten con lujo de fuerza el poco espacio de vida que les queda y que les corresponde históricamente.Y digo históricamente porque a lo largo de la historia les ha sido arrebatada toda posibilidad de vivir de verdad. La maldición de la democracia nos genera un mal sabor de boca permanente, pues el grupo de gente que está en el gobierno y que ha sido electa “popularmente”debería responder a quienes los eligen.Sin embargo, responde a quienes les pagan, a quienes los financian.
Lamentablemente el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) y otras entidades del Estado han tergiversado la postura comunitaria y estigmatizado a las autoridades y comunitarios. Incluso han pedido a los turistas que no visiten el lugar, llamándolo área roja.Las autoridades y los mismos visitantes desmienten que haya peligro para ellos.Incluso, su postura es que la de que el lugar es más seguro y limpio siendo administrado por las comunidades, pues generan su propio trabajo beneficiándose hombres, mujeres y ancianos. El desalojo es un hecho que violenta y criminaliza a las autoridades y defensores de la naturaleza y el patrimonio comunitario, defensores legítimos del territorio de los pueblos indígenas, en este caso q’eqchi’es.
Creompaz: descanse en paz Domingo Mó, detenido y desaparecido por 34 años.
Por: UVOCGT
Nosotros, miembros de la Unión Verapacense de Organizaciones Campesinas (UVOC), acompañamos a la familia Mó Ti, quienes son miembros de nuestra organización, en el proceso de inhumación y exhumación de los restos del hermano Domingo Mó, maya poqomchi´, quien fue desaparecido en su casa de habitación el 25 de julio de 1982 en las afueras de nuestra casa en la aldea, por un grupo de militares. Acompañamos el acto con tristeza y lágrimas que han estado presentes desde hace 34 años.
Durante el entierro escuchamos las palabras del compañero Cristóbal Mó Ti, hijo y hermano de los compañeros desaparecidos. Inició agradeciendo al Creador y Formador por permitir ver enterrar los restos de su querido padre, hombre que siempre les habló con mucha claridad sobre lo difícil de llevar la vida aquí, en nuestra querida San Cristóbal Verapaz, Guatemala. Una Guatemala con un Estado que está siendo afectado por el sistema capitalista, el cual está creado para resolverles los problemas a pocas familias criollas y ladinas, muchas veces a costa de intentar acabar con la organización comunitaria e invisibilizar el trabajo de la población rural. Donde no hay espacio para un indígena quiere superarse, mucho menos para un poqomchi´.
Éramos cuatro hermanos, pero lamentablemente, por el conflicto armado en 1982 nos quedamos tres y sin padre, o sea que nos desaparecieron a dos miembros de la familia. Mi papá se llamaba Domingo Mó, y mi hermano se llamaba Domingo Mó Ti, a quien secuestraron de 14 años.
Estábamos en nuestra casa, no sabíamos nada, estábamos durmiendo y de repente a las cinco de la mañana, cuando vimos un montón de soldados que tenían pintada la cara de negro con una especie de aceite quemado. Entonces, en ese caso no los pudimos identificar nosotros a ellos. Llegaron y entraron a la casa, fueron a agarrar a mi papá, lo patearon, lo agarraron del pescuezo, lo tiraron ahí, lo volvieron patear y a mi hermano mayor lo fueron a agarrar. Entonces uno de los militares dice “ahí ese patojo que se venga para acá”, porque se dieron cuenta de que yo estaba viendo y pues agarraron a mi mamá, me agarraron del brazo y a mi hermanito. Entonces a mi papá si se lo llevaron y a mi hermano mayor, Domingo. Tenía 14 años Domingo.
Ahí comenzaron a disparar. De hecho yo tengo un recuerdo aquí de un raspón de una bala, y lo tengo aquí, mirá, y jamás nunca se me va a olvidar.
Cuando se lo llevaron, no salimos a buscarlos por temor a que le pasara algo al resto de nuestra familia. A los tres meses nosotros salimos a buscar a nuestro papá y a mi hermano, pero ya no fue posible localizarlos. Nosotros creemos que se lo llevaron para la comunidad de Quixal y que allá hay muchos cuerpos humanos, ahí hay un cementerio clandestino y hay muchos hermanos de nuestros hermanos y vecinos que están tirados adentro del río porque allá no se ha hecho una investigación.
Tenían pintada la cara de negro con una especie de aceite quemado a eso de las 5 de la mañana llegaron a la casa rompieron la puerta quebraron las cosas, mataron a nuestros animales, les pegaron a mi papá y mi hermano, los patearon, los golpearon y se los llevaron.
Hoy agradezco a las personas e instituciones y a mi organización UVOC por acompañarnos durante muchos años en la búsqueda de los restos de mi familia. Hoy entierro a mi padre, ahora seguiremos hasta encontrar a mi hermano
Como UVOC, siempre hemos dicho que no debía de quedar ninguna duda de los patrulleros y los soldados que actuaban en ese momento cumpliendo órdenes precisas. Ellos eran ejecutores al nivel más bajo de la cadena, de una férrea estructura vertical, jerárquica, disciplinada. Aun más, sus acciones formaban parte de una estrategia cuidada, prevista y desarrollada en clave del Estado Mayor en campaña. Si ahora hay un gobierno democrático, si lo es, debe enfrentar el desafío de aplicar la ley
Y hacer justicia. Es el Estado el responsable de garantizar el cumplimiento de las leyes y no de violarlas, es también quien debe juzgar y sancionar a los responsables.
Quiero pedir ayuda a la vez para poder ir a investigar. Ahí dentro de esas pozas de agua hay huesos, hay hermanos víctimas y tal vez que aparece ahí mi hermano. También queremos que esos lugares sean investigados por el Ministerio Público, porque no es posible que quede solo así impune.
El de los pies descalzos yo siempre caminaré así porque mi papa así caminaba, mi pueblo así camina, es la vida que llevo. Aún falta encontrar a Domingo Mó Ti hijo, hermano, amigo compañero.