Archivos diarios: 16 junio, 2016

Estado Nación y Estado Plurinacional

Por: Ollantay Itzamná

El Estado como campo de ejercicio del poder político es un espacio en permanente disputa desde donde los vencedores circunstanciales legalizan y legitiman sus opciones ideológicas mediante políticas públicas (incluida el ordenamiento jurídico interno) implementadas por las instituciones públicas creadas para tal fin.

En otras palabras, el Estado es tan antiguo como el poder mismo, y se constituye en una de las herramientas de dominación más eficaces que los vencedores utilizan sobre los vencidos.

Allá por el siglo XVI, en el norte de Europa, ante el fraccionamiento exacerbado del poder político por el sistema feudal, algunos “iluminados” (llamados filósofos) idearon lo que conocemos actualmente como el proyecto de Estado Nación con la finalidad de superar la fragmentación cultural y territorial, y así garantizar la gobernabilidad (la permanencia de la dominación).

En dicho proyecto político se entiende que a una nación (un pueblo que comparte territorio, historia, idioma, espiritualidad, cultura y aspiraciones de autodeterminación) le corresponde un Estado (organización jurídica y política de dicho pueblo).

Pero, esta idea de: “una Nación un Estado”, no se ha podido concretar (construir) ni en los mismos países europeos. Mucho menos, en países latinoamericanos multiculturales que como malos copiones tardíos “sus próceres” intentaron implementar dicha teoría política homogeneizante desde el siglo XIX.

Fracasaron los nacionalismo en el mundo entero porque la realidad social jamás es homogénea. Los humanos casi nunca estamos dispuestos a renunciar a nuestra identidad para asumir la identidad ideada (copiada) de los otros. Por eso, a mayor globalización, mayor es la glocalización. A mayor nacionalismo, mayor es la aspiración por la plurinacionalidad.

Ante esta incapacidad de construir la hegemonía cultural/identitaria desde el Estado Nación, los gestores y benefactores de este proyecto (racismo por medio) intentaron homogeneizar a los pueblos diversos (que cohabitan dentro de los territorios del Estado Nación aparente) mediante la aniquilación y/o la asimilación genética y cultural. A estos procesos irracionales denominaron ciudadanización.

En países cultural y genéticamente megadiversos como Bolivia, Ecuador, Perú, Guatemala, México,  etc., el fracasado intento de la implantación del proyecto de Estado Nación fue sangriento e irracional.

En estos países, al igual que en el resto de la región, los criollos y mestizos intentaron imponer y homogeneizar su identidad cultural mal aprehendida de la Metrópoli sobre los pueblos originarios. Es decir, en estos países culturalmente megadiversos, los criollos/mestizos asumieron el “imaginario” mestizo como la identidad nacional oficial, y en consecuencia intentaron infructuosamente hacer desaparecer a las identidades originarias desde los aparatos estatales.

En el aparente Estado Nación de Guatemala, por ejemplo, el maya para ser guatemalteco tiene que renunciar a su identidad nativa e intentar imitar la identidad mestiza. La ciudadanía es sinónimo de culturicidio para los aborígenes en Guatemala.

El sistema del Estado Nación en este país está permeada por un racismo espantoso (institucionalizado y legalizado) que no sólo “naturaliza” el ideario mestizo como la identidad nacional obligatoria, sino que instala en el o la mestiza una falsa conciencia enfermiza de superioridad frente al resto. Este es uno de los males congénitos casi atávicos para el fracaso de cualquier intento de convivencia o de bienestar común en el país.

Este proyecto de Estado Nación ha fracasado en Guatemala apabullada por la emergencia plural de los pueblos que casi dos siglos de República ladinocéntrica no pudo aniquilar.

Estado Plurinacional para superar el racismo y democratizar el poder

En el mundo occidental, la idea de Estado Plurinacional (Estado construido y gestionado por varias naciones) encuentra sus raíces en los planteamientos de la ex Unión Soviética del pasado siglo, con la finalidad de mantener la unidad política sin sacrificar la diversidad cultural.

En el mundo Andino, el Estado Plurinacional encuentra sus vestigios en la administración política del Tawantinsuyo (siglos X y XIV), donde el incario se construyó/dinamizó utilizando justamente la riqueza de la autonomía de la diversidad cultural de los pueblos que lo integraban como motor para su expansión territorial y geopolítico. Los hallazgos históricos de María Rostworowski son ilustrativos para este fin.

En la actualidad, Bolivia es el único país que según su Constitución Política se declara como Estado Plurinacional. En el caso ecuatoriano, el debate constituyente entre lo plurinacional e intercultural, primó lo segundo. En ambos países, quienes impulsaron e impulsan los procesos de la construcción del Estado Plurinacional, de abajo hacia arriba, son las organizaciones indígenas (actuales sujetos sociopolíticos colectivos).

En el caso boliviano, la cualidad de la plurinacionalidad del Estado unitario se centra en el reconocimiento expreso de la autodeterminación de los 36 pueblos indígenas coexistentes en el país, y la posibilidad de ejercitar las autonomías indígenas en diferentes circunscripciones territoriales.

Es decir, el carácter plurinacional de Bolivia se expresa en las disposiciones constitucionales que reconocen autonomías/potestades políticas, administrativas, legislativas, judiciales, culturales, espirituales, etc., a la diversidad de pueblos indígenas, sin renunciar a una visión compartida de país, ni mucho menos a la soberanía nacional boliviana.

La plurinacionalidad es una posibilidad de que un o una indígena sea ciudadana boliviana sin necesidad de renunciar a su identidad (idioma, costumbres, conocimientos, espiritualidad, etc.), ni la obligación de volverse mestizo. En este sentido, por ejemplo, el gobierno local, regional o nacional ya no es más monopolio impoluto reservado para mestizos.

La plurinacionalidad, como proyecto político, es una herramienta de liberación, tanto para mestizos, como para pueblos indígenas, de las enfermizas taras coloniales del racismo y centralismo político. Como proyecto cultural y ético, es un camino de desaprendizaje y aprendizaje fecundo en el concierto de diálogo de saberes. Toda una ingeniería política cultural de desmontaje de los estados coloniales y patriarcales.

El proyecto de Estado Plurinacional es lo diametralmente contrario al proyecto del bicentenario Estado Nación. Por tanto, éste no es la continuación de aquél. En este sentido, ni tan siquiera semánticamente se puede recurrir al término refundación para la creación o fundación del inédito Estado Plurinacional.

Áreas verdes, la amistad perdida

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Por: Arq. José Manuel Chacón

 “Hoy es vital para el hombre reencontrar la doble amistad perdida del azul del cielo y el verde árbol”. Le Corbusier

Para el contenido del presente artículo, utilizaremos la definición de áreas verdes realizada por la Comisión Nacional del Medio Ambiente –CONAMA- de Chile, en el 2002, es probable que la misma ya haya sido ampliada, pero para los efectos del presente texto se considera adecuada:  “espacios urbanos o de la periferia a éstos, predominantemente ocupados con árboles, arbustos o plantas, que pueden tener diferentes usos, ya sea para cumplir funciones de esparcimiento, recreación, actividades ecológicas, ornamentación, protección, recuperación y rehabilitación del entorno o similares.”

La necesidad de que los centros urbanos contengan áreas verdes, nace o se fortalece a mediados del siglo pasado en América Latina y en algunas ciudades europeas, como respuesta al crecimiento desbordado de la población y por lo tanto desordenado por la poca planificación.   Nuestro país no está alejado de este contexto, a diferencia que al mismo se suman otros factores desafortunados que no han permitido la creación y fomento de estos espacios tan importantes, como son los siguientes:

  1. Crecimiento demográfico de forma acelerada, con una tasa de 2.4% anual (que prevé que para el año 2050, el país tendrá 27 millones de habitantes).
  2. La falta de proyectos de desarrollo en el interior del país, que promueva fuentes de trabajo digno y justo, lo cual ha provocado la migración interna, del campo a las ciudades.
  3. El pasado conflicto armado como otro factor de migración interna.
  4. La especulación del valor del suelo, que incide en priorizar espacio para venta de vivienda. Al respecto, si esa especulación no hubiera influido en el ordenamiento urbano, en el presente toda el área que comprende Kaminaljuyú (lo que comprende la zona de asentamiento prehispánico) sería un parque o área verde del cual nos sentiríamos orgullosos y satisfechos, pero lastimosamente desapareció.
  5. La falta de políticas del Estado para la creación de áreas verdes dentro de centros urbanos.
  6. La impunidad, en el sentido del incumplimiento a la débil normativa para desarrollo de proyectos urbanísticos, en relación del porcentaje de área verde que deben de contener.
  7. Poco interés en algunas corporaciones municipales…

Derivado de esto, las áreas verdes en nuestra metrópoli son escasas y las pocas que existen, sin definirse como tal, están amenazadas.

De esa cuenta podemos estar siendo testigos, como ejemplo,  lo inhumano del diseño  de los nuevos proyectos urbanos y  centros comerciales, donde no existe el mínimo porcentaje de área verde, proyectos urbanísticos deshumanizados que al referirse al área verde señalan para su conveniencia el espacio para parqueos, que no son más que tortas de cemento… los ejemplos abundan, y las ciudades de nuestro país poco a poco son más grises, más de concreto… que reduce no sólo la capa permeable de los suelos, sino la calidad de vida de los urbanitas (personas que viven en las ciudades).

Argumentar sobre la necesidad de tener áreas verdes, en tiempos de la incertidumbre que genera el cambio climático tal vez no sea necesaria, pero a pesar de esto señalaremos su importancia, con la seguridad de quedarnos cortos.   Entre sus beneficios están los siguientes:

  1. Proveen de muchos servicios ambientales como el control de la temperatura que genera el desarrollo urbano (extensión constructiva de viviendas)
  2. Contribuye a la captura del bióxido de carbono (uno de los gases principales del llamado efecto invernadero).
  3. Mejora la calidad del aire.
  4. Son el hábitat de muchas especies silvestres y el cobijo de la flora no maderable (orquídeas por ejemplo).
  5. Favorecen las actividades recreativas y físicas (como una necesidad biológica y psíquica del urbanita). Existen estudios de población que tiene acceso a áreas verdes de ser emocionalmente más armónicas o felices.
  6. Se pueden llegar a constituir en “defensas verdes” ante eventos naturales como tormentas tropicales.
  7. Otros más.

Para tener una referencia sobre las normativas que debieran de cumplirse, tanto para proyectos de vivienda como para lotes con el mismo fin, se revisaron reglamentos de construcción de algunas municipalidades, la mayoría indican que el porcentaje de área verde se encuentra entre el 10% y 12%.

En el caso de viviendas dentro del área protegida de La Reserva Forestal Cordillera Alux, con la categoría de Protectora de Manantiales, su plan maestro aprobado en el año 2010, especifica que los lotes deben tener un área mínima de 1000 m2, donde el 40% debe ser área verde.

Tristemente estas normas no siempre se cumplen.

Dada la importancia de las áreas verdes, para la calidad de vida de la población urbana, la Organización Mundial para la Salud –OMS- recomienda un estándar de 9 m2 por habitante como mínimo.  Como la población del área metropolitana de Guatemala supera los cinco millones de habitantes, cumpliendo con este estándar haría falta un parque de 50 millones de metros cuadrados o sea de 5 mil hectáreas.  El Central Park de Manhattan en Nueva York tiene 341 hectáreas.  Pero aspirar a tener una extensión tan hermosa como esa es imposible, bastaría con que cada nuevo centro urbano, colonia, o lotificadora incluyera como mínimo lo que establecen las normas.

Una ciudad, donde se incluyen asentamientos de todos los estratos sociales, sin áreas verdes no tiene calidad para ser habitable.  Y si las áreas verdes son necesarias para la vida, son también un derecho humano impostergable.