Archivos diarios: 15 mayo, 2016

Pedir limosna para atender las necesidades de salud

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Por: Patricia Cortés

La crisis llegó al fondo, o tal vez ahora es más evidente, porque la pobreza ha aumentado y los costos de la atención médica han subido todavía más. Cuando vi la película Sicko, hace ya varios años, pensé que tal vez la gente vería la similitud con nuestro sistema de salud. No ocurrió, a pesar de que ya estaban bastante agobiados los hospitales, aún significaban una oportunidad lucrativa para muchas personas. Además, la crisis eterna de los hospitales permitía “abrir” negocios paralelos.

En los últimos 20 años el número de clínicas, laboratorios de 24 horas, farmacias y centros de diagnóstico con rayos X y otros negocios “casualmente” situados al lado de los hospitales nacionales ha aumentado significativamente. Aun cuando hemos tenido al menos un préstamo del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para el mejoramiento de la infraestructura hospitalaria, se ha hecho poco. No se programan reparaciones periódicas (mantenimiento preventivo), las cuales son necesarias  y en consecuencia los drenajes colapsan, los elevadores dejan de funcionar, los quirófanos pierden las luces y las ambulancias se quedan sin llantas o no hay cómo arreglarles el embrague: cosas cotidianas.

Las solicitudes de fondos se hacen con planos aprobados hace tres años. Ya cuando se ejecutan, los requerimientos son mayores a los que se plantearon. No existe un trabajo sistemático de planificación, sino que se va “parchando” lo que se puede. La mayoría de hospitales parecen casas de barranco: con un agregado por aquí y otro por allá, que se elabora “para mientras” y nunca se define cómo deberían quedar. Muchos profesionales se acomodan, tienen tres o cuatro empleos para “ganar bien” o son socios de las empresas que prestan servicios de apoyo que no funcionan. “Vaya allá enfrente”, dicen y reciben un pequeño bono por cada referencia.

¿Por qué ahora todos lloran? La crisis topó y la economía tambalea. Cada día más personas ponen su “talacha” en la red hospitalaria, hacen carreras, donaciones, fiestas, ventas de lo que sea. Porque los costos hospitalarios privados y aun los públicos son demasiado altos para poder asumirlos.

Hace diez años todavía la gente se empeñaba en pagar, asumía costos o se quedaba sin casa y sin herencia con tal de “vivir”. Ahora ya no alcanza. Ya no es solamente la señora que vende en  esquina la que “pobrecita” no tiene para pagar al médico, sino que ya es la señora que vive en carretera a El Salvador y que no puede entender por qué tener una enfermedad debe ser tan costosa. Ya no son los hijos que viven fuera mandando para los exámenes de la madre, ya son todos los que piden una colecta para sobrevivir. El equipo, los materiales, las cosas, se fueron acabando de a poco. Pero justo en este momento ya no hay nada, ni forma de arreglar el desastre.

Veinte años de no inversión han dejado huella. ¿Pedir limosna a los diputados? Suena bonito, pero no servirá de mucho. Se requiere al fin de un “pacto social” que nos permita reconocer el modelo de atención que merecemos, más allá de si lo privado o lo público es “bueno”, más allá del lucro, más allá del Gobierno.