El genocidio en Guatemala como medio para un fin y como un fin en sí mismo
Por: Andrea Ixchíu Hernández
Ante la desinformación, irracionalidad e insensibilidad que causa en tantas personas hablar de genocidio, masacres y desapariciones forzadas ocurridas durante la guerra, hay quienes hasta justifican los asesinatos perpetrados por parte del ejército contra población civil no combatiente y los califican como “actos heroicos en defensa de la patria”. Es un error muy grave calificar el exterminio de poblaciones enteras como crímenes de guerra, ya que estas no eran acciones que tendían a vencer en una batalla o en la misma guerra a un contendiente, sino se trata de procesos autónomos y con una lógica propia, planificada y ejecutada sanguinaria y sistemáticamente.
Como bien anota Zygmunt Bauman, “el genocidio moderno es genocidio con un objetivo. Librarse del adversario ya no es un fin en sí mismo. Es el medio para conseguir el fin, una necesidad que proviene del objetivo final, un paso que hay que dar si se quiere llegar al final del camino. Es un ejercicio de ingeniería social, pensado para producir un orden social que se ajuste al modelo deseado”[1].
Las actuales condiciones de miseria y desigualdad son producto de ese orden social, que fue impuesto a sangre y terror. No es casual que hoy la pobreza afecte al 59.2% de la población y que cuatro de cada cinco indígenas viva en mayor pobreza y desigualdad. A la población maya, garífuna y xinca nos buscan desaparecer estadísticamente y antes físicamente, porque hay mentes que son incapaces de concebir la diversidad como una forma de vida y en sus cabezas la homogeneidad es la norma.
Por eso yo no llamaría héroes ni agradecería nada al Ejército de Guatemala, ya que defendieron un régimen económico y social de racismo y desigualdad, haciéndonos creer que se trataba únicamente de asuntos ideológicos y políticos.
¿Cómo se justifica el asesinato y desaparición de miles de mujeres, ancianos, niños y niñas que han sido hallados en cientos de fosas clandestinas, en dónde peritajes forenses nos narran las formas atroces en que fueron asesinados? ¿Cómo se nos explica que muchas de las tierras de dónde fueron masacradas comunidades estén en manos privadas? ¿Héroes los 20 militares que enfrentan juicios? para nada. Se les acusa de delitos serios, deberes contra la humanidad y por eso deben enfrentar la justicia.
Con estos procesos legales, que son meros ejercicios de conciencia nacional, se objeta el alto grado de impunidad en el que quedaron la mayoría de los crímenes cometidos durante la guerra y sus autores. Ojalá algún día se logre el esclarecimiento de los hechos y se nos deje de ocultar la historia.
Ante el nivel de insensibilidad manifestado en múltiples medios de comunicación, cabe recordar, aunque sea de forma explicativa, que muchos factores han incidido en la exculpación de los autores intelectuales e involucrados en las masacres. Entre ellos, la larga duración de la guerra y la influencia de la guerra fría, que justificaba el asesinato de comunistas, el inicio de las negociaciones de paz y por último, la política de exculpación colectiva, olvido extendido y silencio respecto del pasado atroz, que muchos gobiernos no han querido abordar. Guatemala tiene una herida abierta, que duele y que no sanara sin verdad. Por las más de 250,000 víctimas de la guerra, yo, mujer k’iche y ciudadana guatemalteca exijo justicia.
[1] Bauman, Zygmunt. Modernidad y holocausto. Editorial: SEQUITUR. Año 2010. 270 páginas.
Publicado el 8 enero, 2016 en Guatemala, Memoria Historica, Mujer, Nuestras voces, Opinion. Añade a favoritos el enlace permanente. 1 comentario.
Un pueblo qhe lucha por sus derechos y la vida misma,aún con el tirano como presidente,merece todo el apoyo y respeto de aquellos q no hemos transitar ese sangriento camino,ese pueblo son los verdaderos héroes defensores de su patria,a ellos y ellas mi admiracion
Me gustaMe gusta