Archivos diarios: 22 mayo, 2015

Declaración poética a favor de los universitarios

No hemos despertado hoy, ni pretendemos dormir mañana. Los ojos no han sido cerrados jamás. Solo nos hemos turnado, el descanso de unos ha sido la vigilia para otros. A veces, nadie ha podido descansar. Siempre ha valido la pena.

Declaramos que han sido millones los latidos del corazón, infinitos los sueños vividos, con ríos de tinta hemos plasmado nuestro pensamiento, universales los libros que nos acompañan, los caminos han devorado con generosidad, las suelas de nuestros zapatos. Una sola voz para cantar las más bellas canciones.

Hemos recibido mucho sol, y el sudor en nuestras frentes, es la orgullosa manifestación de nuestro trabajo. Han sido miles de manos entrelazadas, enormes los abrazos y cariñosos los besos. También, lo recordamos, se ha derramado sangre. ¡Latidos, sueños, tinta, libros, suelas, canciones, sudor, manos, abrazos, besos y sangre, que hoy nos permiten que el grito sea un derecho! ¡El presente lo logramos ayer y el futuro lo sembramos hoy!

Nuestra fe es eterna. Aún así, nada es definitivo, así no funciona el devenir de los pueblos.

Continuaremos construyendo una Guatemala, la nuestra como diría el escritor, donde nos reconozcamos todos y todas, con cada vez más libertad, más justicia y mayor inclusión. Un país cada vez más digno.

La historia ha sido el gran escenario de la lucha, recordamos con júbilo las batallas ganadas y con dolor, respeto y humildad, aquellas perdidas. El balance es a nuestro favor y de los que vienen: tenemos la razón y la causa es justa. Guatemala, su pueblo, prevalecerá.

(La gente, Declaración poética a favor de los universitarios, 22 de mayo del 2015)

¡Vaya hermosa forma de reescribir la historia!

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Por Glenda García

Una pregunta recurrente que por estos días hago a mis niñas es si hablaron algo de la situación del país en el colegio, especialmente sobre las movilizaciones del #RenunciaYa. La respuesta ha sido siempre negativa. Hoy durante el almuerzo, mientras comentábamos sobre la renuncia del ministro de gobernación, una de ellas interrumpió con emoción para compartir que su maestra de ciencias naturales ya les había contado y que además les dijo: ¡Tienen que estar pilas y enterarse de lo que está pasando en Guatemala!

Le pregunté la edad de la maestra y me indicó que ella tiene 23 años. Me alegré mucho. ¡Por fin. He estado esperando a ver en qué momento les estarían hablando de la situación que estamos viviendo. Y, claro, tenía que venir de una maestra joven porque este momento y lo que viene es de ustedes y nos ha costado!

Ella, en un gesto clásico de una adolescente que desafía con su mirada, dijo ¡Ay madre! Yo, en otro gesto aburrido de madre que sermonea, dije “Sí. Ella, con su edad, tu, las de tu generación, son resultado de la paz que tanto nos ha costado. En cambio, yo, soy parte de las generaciones de la guerra. De ahí vengo, de ahí venimos. Ustedes nunca vivirán aquello, son hijas de la paz y tienen que apreciarla y defenderla”. El silenció nos invadió por unos segundos.

No quise continuar. En ese silencio, en ese instante, el tiempo recorrió décadas que invadieron mi memoria. Me guardé los recuerdos y aunque quise retomar el tema, no lo hice. No era momento de entristecer lo que hoy, con la alegría de la maestra de 23 años, sale a brote en nuestros días. Poco a poco tendrán estas generaciones que adentrarse en el pasado para comprender que este tiempo nuevo que inicia costó vidas, historias, desarraigos, dolores y luchas.

Cuando creíamos que no quedaban caminos que recorrer, la vida nos convoca nuevamente y dibuja un horizonte lleno de sueños y esperanzas. Conmueve ver a la juventud vivir su ciudadanía con libertad y pasión, reescribiendo su historia y la del país. Una historia que se entrelaza, la otra historia la que se escribe desde los pueblos, esa que está ausente en los textos escolares.

Cuando recurrimos a los testimonios o a los pocos libros escritos por quiénes fueron protagonistas de esa historia, nos damos cuenta de algo importantísimo, aquella historia, la que nosotros vivimos y la que se vive ahora, cada uno de sus capítulos fue y sigue siendo escrita por la juventud guatemalteca.

¡Y vaya hermosa forma de reescribir la historia!

Guatemala, 21 de mayo de 2015