Poder destituyente o las fuerzas comunales y populares que se mueven en Guatemala.
Gladys Tzul Tzul[1]
¿Qué es lo que está pasando en Guatemala en estos días? Ocurre que se despliegan polifónicas fuerzas que impugnan e interpelan a las podridas y corruptas elites de poder, anquilosadas en la estructura colonial-liberal. Esas elites piensan que el país es tierra de nadie; que hacen como si en los territorios no viven comunidades y por ello pueden poner sus cementeras y mineras, esos que hacen que la administración pública funcione con presupuesto que todas y todos aportamos, pero privilegian a los intereses de grupos políticos privados; son los que abren la permisividad para que se roben los presupuestos para el medicamento de los hospitales, o peor aún, que se acaben los alimentos para los enfermos.
Por estos días, hemos visto como suceden las masivas movilizaciones en territorios como El Ixcan, donde las comunidades pedían la expulsión de las hidroléctricas y denunciaban el despotismo de los caciques locales; en 4 caminos, los 48 cantones paralizaron la ruta interamericana para pedir la renuncia de la vicepresidenta, para repudiar la corrupción y para exigir que se resolviera el caso de la masacre del 4 de octubre de 2012; en el caso de Huehuetenango pedían que se expulsaran a las hidroeléctricas y que se liberaran a los presos políticos. Multitudes de cuerpos de hombres, mujeres, niñas y niños indígenas y mestizos organizados en comunidades, organizaciones campesinas, organizaciones de jóvenes y estudiantes tomaron festivamente las calles.
En la ciudad de Guatemala en la marcha del 16 de mayo se escucharon plurales y potentes voces que alegaban contra la corrupción y por múltiples razones más. “No olvidamos el genocidio”; “Gerardi me enseño a luchar”; “cárcel para los corruptos y genocidas”; “libertad a Rigoberto Juárez, preso político”; “nos robaron el presupuesto completo”; “comunidades de Xalapán presentes”; “nos impusieron chalecos y los ladrones y asesinos están en el gobierno”; “Comunidad las Trojes. Estamos por la defensa de la paz y la armonía de nuestros pueblos. No a Cementos Progreso”; “Tito Arias el Pueblo no olvida”, decían las pancartas. Mientras que el ímpetu de la multitud producía sonidos, cantos y varios Djs sonaban y ambientaban la fiesta; al mismo tiempo que una mujer indígena despedazaba una piñata de Alejandro Maldonado –vicepresidente electo por el congreso- . ¡La gente estaba como enloquecida!
Ayer, 20 de mayo, las comunidades y los campesinos tomaron la ciudad capital desde diversos puntos y una alfombra festiva y colorida, con rostros indígenas decían: “el contrato de Xalalá, también es lesivo”; “el despojo de territorios también es corrupción”; “la lucha y la indignación no tiene dueños, bienvenidos”; “Tito. Somos el pueblo que no pudiste matar, venimos por ti”; “Tito Arias. Recuerda a cuántos mató y mandó a matar. Somos sus voces”; “Fuera empresas transnacionales, defendamos los recursos”; “Libertad a Domingo Baltazar y Rigoberto Juaréz”; “Las licencias mineras también so corrupción”. Todas éstos múltiples discursos le dan un amplio a las demandas populares y comunitarias y dibujan una voluntad colectiva: Que renuncie Otto Pérez Molina.
Lo que vemos en Guatemala es el efecto de las acciones de los entramados comunales indígenas y populares que son resultado de proceso complejos de interacción que se configuran en torno a realidades concretas y locales. El efecto concreto es que las instituciones y los medios que ofrece el estado Guatemalteco no alcanzan y sobre todo obstruyen a las demandas populares y comunales. Vemos un tiempo extraordinario que abre las posibilidades de enunciar desde la indignación la violencia y el despotismo irrespetuoso de los gobernantes hacia las mujeres y hombres trabajadores.
Vemos como estas mujeres y hombres articulan un saber que contradice e interpelan la ley, por ejemplo el hombre que les dice con ironía “por ley nos obligaron a que los motoristas nos pusiéramos chalecos con el número de placa, porque dicen que los delincuentes andan en motos. Pero los asesinos y delincuentes están en el gobierno”; o “Se robaron el presupuesto y ni comida para los enfermos del hospital había, sino fuera por las señora vendedoras del mercado El Guarda, que hubiera sido de nuestros familiares”, más aún “Las licencias mineras que han dado el ministro que acaba de renunciar, lo hizo sin nuestro consentimiento. Los mineros están junto con los ricos de aquí, el gobierno los encubre y manda los soldados”
Los que sucede en Guatemala es un intempestivo movimiento comunal indígena y popular que quiere y busca recuperar, reapropiarse y decidir sobre los medios concretos de riqueza material para vivir. Sí, no pueden robarse el presupuesto, porque entonces mueren los enfermos que están en tratamiento de diálisis, no pueden robarse el presupuesto porque es preciso tener medios para que los niños y las niñas vayan a la escuela. No, no pueden entregar a diestra y siniestra licencias de extracción minera, porque el territorio es el medio de vida no solo para las comunidades indígenas, sino que también para la ciudad que toma el agua que producen y ofrecen las comunidades.
¿Cómo responde el presidente? Quiere que la sociedad presente propuestas concretas!!!!! Cómo si la fuerza del NO, no le quedará claro. Como si el No a la minería; el Genocidio nunca mas; No roben el presupuesto no representaran proyectos en sí mismos. Se logró destituir la vicepresidenta y ya varios ministros renunciaron. El poder de las tramas comunales y populares dicen: El presidente está despedido.
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[1] Sociedad Comunitaria de Estudios Estratégicos y doctoranda en sociología por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Publicado el 21 mayo, 2015 en Guatemala. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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