Archivos diarios: 21 agosto, 2014

El discurso de Correa.

Fuente Telesurtv

Fuente Telesurtv

Por Patricia Cortez.

Creo que es lo más similar a un orgasmo político el que tuve escuchando al presidente Correa de Ecuador.

Yo soy escéptica, aunque no me lo crean, necesito mucha evidencia para creer en algo y por eso ando por acá, buscando la realidad y no que me vengan a contar de oídas que vieron algo que en realidad no me consta.

En 1996 me obligaron inicialmente a leer y luego analizar y aprenderme los acuerdos de paz. Recuerdo que si pelee un poco con la “evidencia”, y con los métodos por los cuales se llegó a consensos y no me lo creí, al menos no todo.

Si bien siempre entendí que la propuesta no era la solución final (no existe tal cosa) si parecía un modelo práctico y aterrizado para iniciar con los cambios que el país necesitaba luego de 30 años de guerra y de 20 años de atraso en inversión social.

Poco me duró el romance, al igual que cualquier romance se cayó en 3 meses cuando se evidenció que no habría nadie capaz de contar con el apoyo político para echarlo a andar y mucho menos, existiría un consenso de país para dotar de justicia social a los más desprotegidos.

Yo no puedo considerarme pobre, inevitablemente tengo más que 20 quetzales diarios para alimento, vestido, recreación y lo demás, así que, como me dijo alguien “no conocés la alegría de un pan a tiempo”, así que, como muchos, tendía a la incredulidad en proyectos que beneficiaran a la gente en general y no a “mi” en particular.

Después de años de trabajar en el área rural pasan dos cosas: una, se hace cayo y se termina de creer en que nada cambiará y que igual, “a la gente le gusta vivir así”.

O se logra ver que la gente no quiere vivir así pero no le queda otra opción.

Estoy desilusionada, al igual que otros técnicos que tienen años de estar dando la receta del agua azucarada “Guatemala está sobre diagnosticada” dicen los escépticos, pero ninguno se atreve a enfrentar al monstruo de mil cabezas y asumir el riesgo que ofrece un país empobrecido en donde casi la mitad está bajo la línea de pobreza. Nos gusta su receta, nos responden quienes nos contratan para darlas pero “vamos a hacer algo distinto” y siguen poniendo el limón antes del azúcar a la limonada con lo que no queda igual a lo que dijimos, pero así es, algunos estamos hartos de ganarnos la vida como corsarios, piratas mal vendidos a quienes se nos aceptan algunas cosas pero no se nos compra el tratamiento. Seguimos diagnosticando a un enfermo que prefiere “hacer algo distinto”.

Cuando vemos las experiencias de otros países, también entendemos que no son gratuitas y que hay riesgos, pero que hay opciones también.

Rupturas como las que propone Ecuador y Uruguay se nos meten en la mente, porque parecen lo que quisiéramos y no sabemos cómo. Inevitablemente caemos en las comparaciones, aunque insanas y sabemos que tanta belleza no puede ser real, nos ponemos a soñar con que al menos, en algún lugar del mundo, la desigualdad no es tan atroz.

Entiendo que por más que desempolve mis acuerdos de paz y que vuelva a leer las recetas que dimos hace más de 5 años, no lograré conmover a la clase política que sigue haciendo “lo mismo, pero diferente” en su creencia y sigue haciendo exactamente lo mismo que desde hace 100 años nos mantiene en el mismo lugar.

La conferencia de Correa sirvió para sentir que alguien, en algún lugar del mundo, muestra un mínimo de empatía, un mínimo de comprensión, y me sirve para volver sobre lo andado y repetir por enésima vez la receta cansada que sigue siendo la respuesta que nadie quiere oir.

Y por lo mismo, el césped siempre es más verde en la vecindad, pero a veces, simplemente es cierto.