Reformas y mitos constitucionales
Miguel Ángel Sandoval
Las reformas constitucionales no crean empleo, no dan seguridad ni transparencia.
Cada cierto tiempo se plantea del falso debate sobre reformas constitucionales y a continuación hay llamados renovados a todas las formas posibles para reformar la entelequia que, junto con el Himno y la Bandera, supuestamente guían nuestros destinos como país. Dan ternura quienes creen que con unos cambios como la extensión del mandato presidencial, la reelección, y otros globos de esa naturaleza, podríamos vivir mejor…
Claro que para discutir sobre ello, se apela a las instituciones y sus honorables personeros, unos cuantos diputados, un par de magistrados, ex-constituyentes, y zas, aparece la CC –o cloaca de la impunidad- que avala los cambios que se dicen necesarios; a continuación, ciudadanos, estos sí, honorables, aunque un tanto ingenuos, dicen que es tiempo de hacer cambios a la Carta Magna. Y para tal efecto se organización foros con mucha imaginación, hay que decirlo.
Solo un par de preguntas. ¿Hace falta reformar la constitución para dar empleo a los miles de compatriotas que carecen de él? ¿Hace falta un cambio constitucional para que el Estado respete a las comunidades y no de la vida por las empresas extranjeras? ¿Requerimos de una reforma que extienda mandatos presidenciales para cumplir con los Acuerdos de Paz? ¿Hace falta una reforma para cumplir con el artículo 70 de la Constitución de 1985?
¿Nos ahorraríamos los garrotazos de lugares como la Puya o los muertos de Alaska con el cambio de un par de artículos constitucionales y tiempos en el ejercicio del poder por algunos diputados, presidentes o ministros, quienes serían los beneficiarios?
Como se puede fácilmente concluir, estamos ante un circo que juega el papel de distractor y no contribuye en nada en los temas concretos que como país tenemos. A mi juicio, el único cambio que los grupos de poder aceptarían hoy, es el recorte de los aspectos sociales que contiene la constitución y así dar rienda suelta a la agenda neoliberal, con desregulaciones al salario, a las leyes laborales, a las empresas extranjeras y nacionales, etc. etc. En conclusión, pensar en reformas constitucionales como vía para cambios progresistas, constituye, en el mejor de los casos, un puro de golden. Lo demás, como decía, creo que Tito Monterroso, es silencio.
Creo que hace falta dejar de jugar al constitucionalista y pensar en los temas país importantes, como las amenazas a la seguridad y a la defensa de la soberanía nacional ante las presiones del capital transnacional de las empresas mineras, pues de lo contrario, vamos a seguir amarrados a la idea de que una entelequia, el Himno y la Bandera, con los ejes que rigen la vida en nuestro impune país. ¡No mucha, así no es!
Publicado el 30 mayo, 2014 en Guatemala. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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